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El 68 español

Café Madrid

Mientras en mayo de 1968 Francia sacudía al mundo, en España la dictadura no daba tregua. Llevar a cabo una asamblea o una manifestación representaba una proeza para los estudiantes universitarios, pues la policía no tardaba en llegar para disuadirlas con golpes y detenciones. El orden en los campus se mantenía a base de espionaje, censura y represión. Ni sueños ni reivindicaciones expresadas en alto ni, mucho menos, revueltas como las parisinas. En comparación con el mayo francés, y con “otros 68” (Checoeslovaquia, México, Estados Unidos…), aquí el grito generacional apenas se notó.

En el primer mes de aquel año, grupos estudiantiles (jóvenes que no habían vivido la Guerra Civil y comenzaban a “masificar” las universidades, otrora reservadas para las élites) empezaron a reclamar la apertura del régimen y realizaron cortes de tráfico en Madrid, apedreando e incendiando algunos autobuses. Dos meses después, ante el temor del “contagio” de lo que ocurría en Francia, el gobierno del Generalísimo permitió la entrada de la policía, sin autorización de los rectores, a las facultades donde se llevaran a cabo reuniones. A bordo de patrullas y caballos, “los grises” (llamados así por el color de su uniforme) dejaban decenas de heridos. A pesar de la cerrazón en la que vivían inmersos, los jóvenes españoles no eran ajenos a la guerra de Vietnam, ni a la represión soviética en Praga, ni a la libertad sexual, el feminismo y el ecologismo, pero su principal anhelo entonces era el fin de la dictadura.

Fue el 18 de mayo cuando, durante unas horas, muchos disfrutaron una fugaz sensación de libertad. En la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid, el cantautor catalán Raimon ofreció un recital “revolucionario” ante cientos de estudiantes que abarrotaron el vestíbulo, las escaleras y los pasillos del recinto universitario agitando pancartas reivindicativas.

Raimon, un cantautor valenciano que actuaba en catalán, lengua denostada por el régimen, era famoso no solo en España sino también en algunos países de Europa y América por sus “canciones–protesta” que recogían el sentir social de la época. Así que cuando se corrió la voz de que se presentaría en la universidad, muchos acudieron sin importales un posible desalojo violento. Nadie impidió, sin embargo, que los asistentes expresaran su repudio a la dictadura al son del estribillo Al vent (Al viento).

“El vestíbulo de la Facultad de Económicas se convirtió en una trinchera con todos los rebeldes alzados. Había maoístas colgados de las lámparas, trotskistas ciegos de marihuana boca abajo en las escaleras”, recuerda el escritor Manuel Vicent. “Fue brutal cómo ese concierto marcó un antes y un después en la lucha antifranquista”, añade Juan José Millás. “Fue también la visualización de una juventud que no se resignaba y que había perdido parte del miedo que sus padres conservaban”, reflexiona el propio Raimon 50 años después.

Ese fue el único acto de 1968 que quedó como referente de las fisuras del régimen al desafiar el veto al derecho de reunión, reivindicar la pluralidad lingüística de España y exigir democracia y libertad. Tal vez fue un evento nimio a ojos internacionales, pero importantísimo a nivel interno.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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