El líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, en respuesta al videoescándalo de esta semana, sostuvo que a la candidata Eva Cadena la mafia en el poder le "puso un cuatro" para afectar la reputación de su persona y de su partido.
Independientemente de lo que salga a la luz acerca del origen y destino del dinero que aparece en el video, la reciente popularidad de esta frase tan mexicana —que significa que a alguien le tendieron una trampa con la mala intención y hacerlo caer mediante un engaño o un señuelo— es un buen pretexto para preguntarnos de dónde viene dicha expresión y por qué es un cuatro y no otro níumero.
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Como sucede con muchas de estas expresiones del habla del mexicano, es imposible rastrear un origen específico o contar con documentación fehaciente del mismo. Pero no por ello deja de ser interesante conocer las hipótesis de su probable historia.
La primera historia de "poner un cuatro" se relaciona con un juego de la baraja española que se conoce como 'brisca'. En él, la carta de menor valor es el 2, y a ésta le sigue el 4; durante el juego, en la penúltima ronda o mano —conocida como "arrastre"— se acostumbra tirar la carta más baja que se tiene con el fin de conocer el juego de los oponentes. Como tirar un 2 sería demasiado obvio, "poner un cuatro" funciona como un señuelo para que los demás revelen su juego.
Otra hipótesis tiene que ver con la cacería de especies menores. En ella, existe un tipo de trampa llamado "trampa en cuatro" o "trampa de losa en forma de cuatro", la cual se realiza con una losa o piedra y tres palos del mismo tamaño, los cuales se colocan formando un número cuatro y sosteniendo la losa, con la idea de que el animal, al pasar y rozar el mecanismo, haga caer la pesada losa y sea aplastada.
Finalmente, la tercera teoría conocida involucra al robo de caballos. Para entenderla, hay que remitirse a las etimologías: en latín, a los animales cuadrúpedos se les llamaba animalia quadrupea —'animales de cuatro patas'—, lo cual con el tiempo derivó en localismos como quadropeia o cuatro, para referirse a los caballos. De ahí que a los ladrones de caballos se les conozca como cuatreros, a los cuales muchas veces se les tendían trampas para atraparlos, poniéndoles un cuatro —o sea, un caballo— como señuelo para atraparlos.
Sea cual sea el origen de esta expresión, hay que enfatizar que se trata de etimología y de historia, y no de la política y sus escándalos.
FM