A Cristina Pacheco le gustan las libretas, los lápices y las flores. Pocos como la periodista han sido testigos de los cambios en la Ciudad de México. La conductora del programa Aquí nos tocó vivir, conoce de memoria el Centro Histórico, pero no duda en afirmar que su lugar favorito es su casa. En José Pagés Llergo y José Emilio Pacheco encontró a sus grandes maestros. Su libro más reciente es El eterno viajero (Océano).
¿Qué ha aprendido de la calle?
Todo, es mi cómplice, la gran contadora de historias; es como un maltrecho laberinto lleno de vida. No hay rincón donde no pase nada apasionante.
¿Cuál es su lugar favorito de la ciudad?
El Centro. Ahí está el corazón y el recuerdo de los conflictos y momentos heroicos; está la música del tiempo. Decía Legorreta, la gente quiere que todas las piedras estén nuevas pero no puede ser, lo hermoso es que se vea la huella de la lluvia de siglos. Me encantaría ver el Zócalo limpio, con la bandera erguida, sin el sope o la torta más grande del mundo.
¿El lugar más aséptico?
No crea que es envidia, pero no podría vivir en las Lomas. Es un lugar muy bonito pero yo necesito la vida del barrio. Ir al mercado me encanta, como también conocer al señor del periódico. Lamento el desorden, el ruido y la violencia.
¿El más feo?
San Juan de Letrán, se ha convertido en un cascarón horrible, es la peor avenida de la ciudad. Antes era precioso, con vendedores, gente y a ciertas horas podías comprar gardenias.
¿En qué se ha convertido la ciudad?
En algunos puntos en un adefesio. Ha perdido puntos de referencia y no me refiero al terremoto; ha perdido una luz clara muy bonita. Nos robaron el paisaje, ahora solo vemos un pedazo de cielo. Hay una violencia terrible en el trato.
¿Era de vida nocturna?
No tuve vida nocturna, pero platiqué con sus personajes. Conocí a todas y todos. Gracias a su descripción me hicieron estar en los palenques, en La Cueva de Amparo Montes, donde tocaba con Pérez Prado.
¿Una de sus entrevistas más complicadas?
Con Toña La Negra. Me habían advertido que era una mujer difícil y con mal carácter. Llegué tarde y apurada; estaba muy nerviosa. Se me caía el cuaderno, en fin. Me dijo entre risas: “No hagas nada que te ponga en esas condiciones porque ni tú ni yo lo disfrutamos. Diviértete mujer que te puedo contar un montón de cosas”. Era un ser con una piel como de seda, una mujer fuerte y con ojos maravillosos. Le pregunté la razón por la que se puso brillantes en la boca, respondió que para brillar en la noche. Ya nadie te da ese tipo de respuestas.
Está claro que es nostálgica…
Sí de ese tipo de cosas. Perdemos los lugares y perdemos personas, espacios de vida. Soy nostálgica de mis días de escuela, fui feliz. En noviembre flotaba una neblina fabulosa. Todos éramos niños pobres, pero ir a la escuela me hacía muy feliz. Son tiempos que no volverán pero están tan en mí, que no los he perdido.
RECUADRO:
Nació en San Felipe Guanajuato en 1941. Estudió Lengua y Literatura Hispánica en la UNAM. Inició su carrera periodística en los diarios El Popular y Novedades. Ha colaborado en la revista Sucesos y Siempre!, entre otros medios. Actualmente conduce los programas Aquí nos tocó vivir y Conversando con Cristina Pacheco, del Canal Once de televisión. Ha ganado los premios Nacional de Periodismo, la Medalla al Mérito Ciudadano y el Rosario Castellanos. Entre sus libros destacan: Sopita de fideo, Zona de desastre, Oficios de México, Los dueños de la noche, El oro del desierto y Humo en tus ojos.