Felipe Rosete, editor y apasionado del patrimonio cultural, guía a los lectores por las entrañas de Cine México, un viaje épico a través de las sombras y luces del cine mexicano, desde las primeras proyecciones mudas en el Castillo de Chapultepec hasta los reflectores globales de Guillermo del Toro.
El libro del fondo editorial de BBVA cuenta con casi 400 imágenes impactantes y textos de especialistas; este volumen no sólo honra a divas, galanes y directores pioneros, sino que captura el pulso de México, sus crisis, explosiones creativas y géneros únicos como el cine de luchadores o ficheras.
Rosete, editor mexicano clave en la editorial Sexto Piso, donde es parte del consejo desde 2004, comparte anécdotas exclusivas de su colaboración con BBVA, los retos titánicos de selección y por qué este homenaje visual invita a redescubrir el séptimo arte nacional.
“En 2019 BBVA nos invitó a participar presentando propuestas para su libro anual. Ellos llevan más de tres décadas publicando un libro que alude o aporta al patrimonio cultural de México. Afortunadamente, quedó seleccionada nuestra propuesta: Territorios de Santiago Arau, un libro bellísimo de fotografías”.
“Ese fue el inicio. Seguimos presentando proyectos, pero no fuimos seleccionados hasta el año pasado con Sonidos de México, sobre la historia de la música en México. Y ahora, en 2025, con este nuevo libro Cine México”.
“Este esfuerzo editorial es un recorrido por nuestro cine mexicano que rinde homenaje a todos los creadores: directores, productores, actores y actrices que han construido un repertorio inmenso. Es un talento que traemos precargado por nacer en este país rico, diverso, con problemas, pero con rebosante de riqueza”.
—¿Cuáles fueron los criterios para decidir qué periodos, películas y figuras deberían aparecer en Cine México, y cuáles se quedaron fuera a pesar de su relevancia?
Fue un gusto trabajar en la coordinación del proyecto, selección de autores, etc. En términos de etapas históricas, no se queda fuera ninguna época: el libro recorre desde la llegada del cinematógrafo a México, ocho meses después de su debut en Francia por los hermanos Lumière, hasta películas de 2025. Comienza con las primeras vistas de Porfirio Díaz en Chapultepec y termina con estrenos recientes.
Claro, en imágenes, carteles, películas nombradas, se quedan muchas fuera por la producción masiva. El criterio de cada autor priorizó lo más digno de mención en cada óptica. Procuramos abarcar diversidad: no únicamente de cine de ficción o arte, sino todo, rancheras, luchadores, ficheras, comedias. Si algo se quedó corto, quizás fue el cine documental, que en México es potentísimo, pero apuntamos más a ficción. Los textos nuevos arman la narrativa a partir de producciones clave, tendencias, directores y sucesos en cada etapa.
El libro evita ser solo cine de arte para capturar la mezcla popular y culta, influencias francesas, españolas, anglosajonas y el nacionalismo post revolucionario. Si hubiera sido sólo cine de arte, no habría sido seleccionado por el consejo de BBVA, se habría quedado corto.
Los mexicanos somos eso: lucha libre, cultura popular, mezcla constante entre lo culto y lo popular, influencias externas y locales. No es casual que el cinematógrafo llegara pronto en la porfiriato por la influencia francesa. Luego, la Revolución construye el nacionalismo con rancheras.
Los 60 traen vanguardias y rupturas como el 68; en los 70, directores como Arturo Ripstein o Marcela Fernández Violante dejaron huella; en tanto en los 80, se registra el cine de ficheras y de crisis; ya para los 90, se respira una nueva camada global. Como reflejo de nuestro talento, creatividad y lucha constante, incluso en la Época de Oro había dificultades, como detalla Julia Tuñón. Hoy, nuevas generaciones se funden con veteranos.
—¿Cuáles fueron los mayores retos en la coordinación con autores, instituciones y obtención de imágenes?
Muchos retos, pero el proyecto estaba bien planteado desde el inicio. Compartimos la visión con autores; cambios mínimos en estructura o colaboradores. Colaboramos con Elisa, Roberto Fiesco, la Asociación de Actores, Filmoteca UNAM y la Cineteca Nacional. El gremio fue generoso con imágenes de archivos públicos y privados. Es doblemente colaborativo porque contamos con 10 autores en 10 capítulos, con un prólogo de Ana Claudia Talancón e Ilse Salas, y agradecimientos finales a todos.
Los textos se alinearon al objetivo de contar la historia por procesos y producciones.
—¿Cuáles son los retos actuales del cine mexicano y cuál es su visión a futuro?
El reto mayor es la distribución, súper complicado. Solo el 10 por ciento de salas son para películas mexicanas contra las extranjeras. Urge legislar más, como menciona Dolores Heredia. Es una historia de crisis constante, pero con creatividad para sobreponernos. El Estado ha sido clave, ahora programas como Oficio apoyan proyectos premiados. Me gustaría un libro en 30 años recogiendo estos nuevos talentos, como un homenaje, porque sin reflexión y crítica, perdemos relevancia.
—¿Cómo se diferencia Cine México de obras como la de Emilio García Riera?
La obra editorial de García Riera llega hasta los 90 con detalles exhaustivos de cada película, con un rigor académico muy preciso. Nuestro ejemplar Cine México es una historia general en procesos de larga duración, ligada a nuestra identidad, con aparato visual único, con casi 400 imágenes de archivos de primera. Formato distinto, enfocado en hitos, géneros y directores sin ser un catálogo anual.
Nosotros, además, grabamos un video-podcast con autores entrevistados por especialistas,y un audiolibro del resumen para quienes no accedan al ejemplar impreso.
PCL