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Antonio Malpica: “A la literatura juvenil los agentes ni se asoman”

Reconocido profesional de esta narrativa, el autor lamenta que las editoriales la desdeñen a pesar de que “hay escritores mexicanos con obras más logradas que muchos extranjeros”

Cada autor conoce sus ambiciones y límites, esas obsesiones que muchas veces están alimentadas por los recuerdos de nuestra adolescencia o infancia. Una buena parte de la literatura se basa en los recuerdos de juventud, en esos momentos que hicieron de nuestra vida un descubrimiento, un extraño don con privilegios. Sobre esos tiempos que tuvimos, sobre el abandono de la juventud, William Hazlitt escribió: “Ser al mismo tiempo espectadores y parte del espectáculo, sentir placer y dolor, razón y sinrazón, la verdad y la mentira, (…) adornar la fama y soñar con la inmortalidad, leer a Shakespeare y pertenecer a la misma especie que Isaac Newton, ser y hacer todo esto y en un momento no ser nada: que se nos arranque todo como por arte de magia”. En ese instante: la pérdida de la juventud, cuando las cuentas de la vida nos pasan la factura con ciertas fracturas, cuando el primer amor —“el único genuino”— es un acto de la memoria y el amor en sí mismo se ha convertido en un fracaso, se ubican los personajes de la más reciente novela de Antonio Malpica (Ciudad de México, 1967), sin duda uno de los escritores de literatura infantil y juvenil más destacados de nuestros días.

A Simón, uno de los protagonistas de #MasGordoElAmor (Océano/ Gran Travesía, 2015), no le ha ido tan bien en la vida: lleva dos divorcios y sus novias lo dejan a las primeras de cambio… De pronto, la vida le da un golpe de suerte —se gana el premio gordo— y decide ir en busca de ese primer amor, de esa mujer que décadas atrás marcó su corazón. De esta historia, habla el también dramaturgo y cuentista mexicano, ganador, entre otros, del Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil en 2015.

¿Por qué hacer una novela donde se recupera el primer amor?

El primer amor siempre te marca. Se te podrá olvidar el decimoctavo, pero el primero jamás; es un amor tan maravilloso como decepcionante. Cuando miras hacia atrás parece estar más cercano a lo primero. Yo quería rescatar esa posibilidad que parece cada día más improbable, absurda o ridícula de que el primer amor sea el definitivo. Ya no se estila, y quien lo vea así está demodé, hasta el más romántico en nuestros tiempos tendría que recapacitar y decir: “Llevo más de 15 años con mi novia, ¿qué pasa?, ¡no puede ser!”. Cuando creces, cuando ya te has dado más golpes, miras hacia atrás y parece que era el más genuino. La apuesta de Simón en esta historia se construye en función del premio: él cree que su golpe de suerte va en otro sentido, no en el monetario. Cree con una fe casi ciega que cualquier persona puede recuperar los pedazos de su vida si llega a la primera casilla: es como un volver a empezar para recuperar quién era “yo”, ese que perdí, pero al que puedo volver a construir.

¿Cómo tomaste la decisión de escribir #MasGordoElAmor?

Fue más sencillo de lo que podría parecer. Si analizas la novela, tiene dos componentes importantes: la búsqueda del primer amor y el detonante del premio gordo. Yo quería escribir una comedia romántica. En estos tiempos en los que todo tiene que oler a narco o a política, quería escribir una novela fresca, que viera más hacia el lado humano. Tal cual, dije, quiero hacer una novela de búsqueda de un amor perdido, pero que además tuviera este catalizador de ir a contrarreloj. También me interesó integrar el factor ético y moral, del dinero o el amor. Metes todo eso en una ensaladera y te da #MásGordoElAmor.

¿Cuál es la dificultad o el reto más importante que enfrentas al escribir para edades delimitadas?

El reto es el mismo para chicos, grandes o medianos: que te lean y que lo hagan con gusto. A mí no se me da la pose de “a ver si les gusta, si no ustedes se lo pierden”. Desde que empecé a escribir, he intentado atrapar al lector; básicamente, no aburrirlo. Pero si además lo puedes interesar y que se quede, ¡qué mejor! Pero también es cierto que el adulto puede tener la disciplina de quedarse en el libro aunque no le esté encantando; en cambio, el chico y el joven —y más en estos tiempos de satisfacción inmediata— sí demandan un poquito más de interés. Los escritores de literatura infantil y juvenil debemos competir con las aplicaciones, con tanta maravilla tecnológica. [OBJECT]

¿Cómo compruebas que tus libros, en efecto, atrapen a tus lectores?

Hasta que sale a la venta. Actualmente creo que tengo un poco más de oficio y creo que puedo ir pulsando un poco más eficazmente la historia antes de que salga a la venta, pero aun así, para mí sigue siendo un albur o una moneda al aire: a todo mundo le puede encantar, a los de la editorial y a tus amigos, pero son los jóvenes quienes te dicen si les gusta o no, cuando ya está en el mercado. Con #MásGordoElAmor fue singular, porque no estaba pensada como una novela juvenil, los personajes son más contemporáneos míos y se colocó en una colección juvenil y gustó, afortunadamente; son esas ediciones editoriales que no entiendes al principio y después aplaudes. Con los jóvenes es más fácil medir el proceso de un libro, se ve, por ejemplo, en las redes que los jóvenes usan, y donde son más entusiastas que un adulto. O sea, un adulto no se da el tiempo de grabar un video y decir: “Miren, lean…” y publicar su video o comentario en un blog; las interacciones son distintas. Un adulto no se toma el tiempo de escribirte, los chicos sí, en ese sentido son súper cariñosos, entusiastas, se desbordan y eso se siente.

Al parecer, la literatura infantil y juvenil vive un momento importante. Se publican más libros, hay más visibilidad para los autores.

Hay un movimiento interesante en los últimos años. ¿En qué momento se encuentra, qué es lo que está pasando con la gente que está escribiendo…? Soy optimista al respecto. Me parece que el hecho de que ya se le ponga atención a los libros para jóvenes habla no solo de que existe el mercado, sino de que están volteando los jóvenes a ver qué pasa en la literatura. A mí me ha ido bien, pero también tengo que confesar que no es que haga yo un tipo de literatura juvenil #MasGordoElAmor es un ejemplo, es una novela para jóvenes y adultos. Sé que he tenido suerte en la literatura juvenil, sin abrevar en eso de que mi trabajo “es” lo que está pasando en la literatura juvenil. Lo que yo diría es que no debemos confundir libros para jóvenes con literatura juvenil, como tampoco libros para niños con literatura infantil. En general, es digno de celebración todo lo que pasa en el mercado juvenil e infantil, porque se está moviendo, es dinámico, porque los chavos están leyendo, están montando sus propios canales de YouTube sobre libros, eso es maravilloso. No tienen que pedirle permiso a nadie, ahí ya cualquier chavo pierde la pena y hasta se pueden convertir en rock stars. Me honra ser parte de —sería justo decirlo de esa forma— todo esto que se está moviendo tan rápido, porque la literatura juvenil que he escrito ha sido más para editoriales de segundo piso, en el sentido de que mis libros se venden más por pedido, en escuelas, y con el paso del tiempo han adquirido cierta notoriedad, más ahora que he estado con editoriales como Océano o el Fondo de Cultura Económica.

¿Qué hay de tus contemporáneos, autores que están haciendo algo para este mercado?

Yo, como joven de corazón y como lector mayorcito, te diré que sí disfruto más a ciertos autores, por poner ejemplos, a Verónica Murguía. Ella tiene una literatura muy lograda. Otro autor mexicano es Jaime Alfonso Sandoval y su saga. Ése es un trabajo que tendría qué sonar más, y que quizá por no apellidarse Smith o porque no es una saga de importación no está en boca de todos. Yo espero que eventualmente los chicos volteen más hacia su país, hacia su propia literatura. El mismo Jaime Alfonso, al escribir su saga, no está pensando en un chico sueco, sino en uno mexicano. Otros autores muy buenos en México son Martha Rivapalacio y Juan Carlos Quezada. Ellos están haciendo literatura juvenil de mucha calidad y no están sonando tanto. [OBJECT]

¿Qué pasa con las exportaciones de los títulos? ¿A mayor número de libros publicados tienes más oportunidades para encontrar nuevos mercados o traducciones?

Lo que sí te puedo decir es que, en general, a mis libros les va bien en América Latina. He comprobado, quizá con cierto orgullo y satisfacción, que aunque estén escritos en una forma muy mexicanota, se disfrutan mucho en Colombia o Argentina. Pero es cierto que la proyección hacia afuera cuesta mucho trabajo. Sí hay un cierto desdén, o, quizá la palabra adecuada es que no se está haciendo el ruido suficiente, o quizá no llama tanto la atención en otros países. Opté primero por la palabra desdén porque de verdad he leído traducciones y comparado con la producción nacional, y nuestros libros caben perfectamente en cualquier mercado. El Fondo de Cultura Económica lleva un librito a las ferias de libros —una compilación de lo que se está haciendo en México— y que en su opinión puede funcionar en la compra de derechos, y realmente los agentes ni se asoman. El que va a buscar derechos se fija más en los libros ilustrados, que son más fáciles de revisar. También es cierto que el autor de literatura juvenil mexicano no piensa en trascender las fronteras si antes no ha cautivado a su público. Nadie está buscando la traducción y cuando cae, qué padre. Pero es casi como sacarse la lotería. En mi caso, tengo algunas ofertas de traducción, eso está muy padre, pero sí le hace falta proyección a las letras mexicanas. Porque sí, claro, mucho está traducido: Enrique Serna, Jorge Volpi, qué se yo, pero lo que se está haciendo para niños en relación con la traducción es poco y sí haría falta que se lleve para afuera los reflectores.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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