Cultura

“Cada rol de ópera es un libro de psicología para mí”: Aigul Akhmetshina

La mezzosoprano rusa protagonizará ‘El barbero de Sevilla’, ópera que transmitirá el Auditorio Nacional desde la Met de Nueva York.

También aquel 27 de enero de 2024 era un sábado. La mezzosoprano rusa Aigul Akhmetshina apareció en la megapantalla del Auditorio Nacional con botas vaqueras, chaqueta y hot pants de mezclilla, para la transmisión en vivo desde Nueva York de una Carmen muy texana en la Metropolitan Opera House.

Encarnó sin rodeos a la heroína de George Bizet en un mundo de rodeos, vaqueros, trokas y traficantes; su voz y presencia escénica se ganó aplausos de pie dentro del teatro neoyorquino y hasta en México, no obstante que la producción de la británica Carrie Cracknell había roto el mito de la gitana sevillana.

El próximo sábado 31 de mayo regresa en otra producción de la serie The Met: Live in HD, ahora con uno más de sus personajes emblemáticos, que ha cantado también en París y Londres, entre otros teatros en Europa y Estados Unidos: la Rosina de Il barbiere di Siviglia, con quien reconoce afinidades.

“¿Quién es Rosina? Es una joven que desesperadamente quiere conseguir su libertad. Y que por primera vez se enamora, experimenta el amor. Y siente esas mariposas en el estómago”, comenta la cantante de 29 años sobre el personaje de Gioachino Rossini cuyo carácter y personalidad la revelan igual a ella porque para la rusa morena y de ojos rasgados “cada rol de ópera es un libro de psicología”.


“Rosina me recuerda mi juventud. Soy muy joven (nació en 1996), pero me refiero a mis tiempos de escuela cuando por primera vez experimentas esta loca emoción por un muchacho, cuando te vuelves tan boba cada vez que lo ves, reaccionas al amor, haces bromas, te pones nerviosa... Y esta es Rosina”, dice entre risa y risa.

Y como canta Rosina en su aria icónica “Una voce poco fa”, además de ingenuidad, posee otras cualidades.

“Al mismo tiempo, Rosina es tan lista, sabe cómo manipular, va siempre hacia sus metas. Y yo soy igualita a mi personaje en mi vida personal. Soy muy terca. Desde niña soy juguetona, infantil, un poco como niño siempre ando fuera, jugueteando; pero soy muy tenaz: si tengo una meta, es esa, voy hacia ella; no importa cuántos obstáculos haya, los sortearé y encontraré la forma de conseguir mi objetivo.

“Esa es una razón por la cual ni siquiera interpreto a Rosina, estoy siendo Rosina en un momento y circunstancias particulares. Cada que subo al escenario debo reaccionar como Aigul en las circunstancias particulares de la ópera”, añade la mezzosoprano, que alternó la temporada con su colega estadunidense Isabel Leonard, quien justo dentro de un año debutará el rol de Frida Kahlo en el estreno en la MetOpera de El último sueño de Frida y Diego, de Gabriela Lena Frank y Nilo Cruz.

La cantante nacida en un pueblito de la República de Bashkortostan comparte la función del 31 de mayo, que podrá verse en transmisión en vivo en el Auditorio Nacional a las 11:00 horas, con el tenor estadunidense Jack Swanson (Conde Almaviva/Lindoro), el barítono moldavo Andrey Zhilikhovsky (Fígaro), el bajo-barítono húngaro Peter Kálmán (Dr. Bartolo) y su compatriota ruso, el bajo Alexander Vinogradov (Don Basilio), en la producción de Bartlett Sher, con Giacomo Sagripanti ante la orquesta.

¿Qué la motiva de la personalidad de Rosina para cantar, por ejemplo, “Una voce poco fa”, una de las arias más famosas y hermosas de la historia de la ópera?

Y una de las más difíciles, también. “Una voce poco fa” es un aria muy difícil de cantar. Pero, si la cantas en el estado de ánimo correcto, funciona perfectamente. Si ves al personaje completo de Rosina, si ves su espíritu soñador, su comportamiento infantil, comprendes que es una jovencita... Pero también ves su terquedad cuando canta si me tocas, te mostraré... (“Ma se mi toccano / Dov'è il mio debole / Sarò una vipera, sarò”); también cuando antes dice que vencerá a Lindoro (“Sì, Lindoro mio sarà / Lo giurai, la vincerò”).

“Y al mismo tiempo está soñando con Lindoro, siente esas mariposas en el estómago, esa emoción de decir: ‘Oh, dios, estoy escuchando a ese joven cantando frente a mi ventana y me siento enamorada’. Hay muchas esperanzas vivas en este personaje de Rosina y en esta aria”.

Andrey Zhilikhovsky como Figaro,
Andrey Zhilikhovsky como Figaro, Aigul Akhmetshina como Rosina, y Jack Swanson como el conde Almaviva Photo: Jonathan Tichler / Met Opera


¿Cómo una joven artista de Rusia, de los Urales, abraza el universo italiano de Rossini?

Me encanta Rossini, porque su música puede ser bastante sencilla y bastante repetitiva, pero es como la vida misma también, a veces, vamos en un círculo, de nuevo y de nuevo. Y lo que me encanta de él es su amor por la vida, porque la vida puede ser difícil, no es fácil. Todos, como seres humanos, tenemos nuestras historias detrás. Pero si te enfocas en la oscuridad y la tristeza dejas de vivir.

“Y Rossini nos recuerda perfectamente que, a través del humor, de reaccionar con sentido del humor, aun en las historias difíciles, puedes tener un final feliz, como lo vemos en La Cenerentola, una historia muy oscura; o en Il Barbiere di Siviglia o en L'italiana in Algeri, donde gracias a Dios nadie muere al final y tenemos final feliz. Y eso también nos da esperanza. Por desgracia no conocí personalmente a Rossini, pero creo que fue un soñador que veía el futuro brillante, y eso lo escuchamos en su música”.

¿Qué da la comedia a Aigul Akhmetshina como artista y como persona?

Oh, yo soy una comedia, ja, ja, ja. Mis amigos me adoran a veces, porque toda mi vida es una comedia. A menudo me encuentro con las situaciones más ridículas, especialmente cuando viajo. Pero así también reacciono a la vida y a algunas dificultades, siempre con un sentido de humor. Tengo una conexión muy fuerte con Rossini, y para mí, personalmente, por tanto, no es muy difícil decir que entiendo su carácter y su particular sentimiento que quiere transmitir al público.

Ya pudimos verla en México como la Carmen de George Bizet en un rodeo texano. ¿Qué diría que esa Carmen y esta Rosina comparten para usted en términos técnicos e interpretativos?

¡Guau! Bueno, ambas comparten un deseo por la libertad. Y en ambos personajes, necesito ensayar mucho, porque son dos programas complicados. Rossini es complicado con toda su música, y cuando estamos en el escenario es muy dinámico. Pasa lo mismo con Carmen, es una ópera muy dinámica, muy física, aunque no es tan complicada vocalmente para mí cantarla.

“Para Rosina tienes que ser muy inteligente y acelerarte mientras estás actuando en Il Barbiere di Siviglia, porque la ópera es muy larga. Cuando ensayas ambas tienes espacio para improvisar y ser en el momento, porque en cada función no sé cómo irá la ópera. Cuando estoy en el escenario no sé si como Carmen soy más agresiva o juguetona, o como Rosina si soy más divertida, más soñadora o más terca. Siempre es en el momento, y eso viene de la manera en que me siento yo en ese día particular.

Ya tiene mucha experiencia con Rosina, la ha interpretado en París, en Londres y ahora en Nueva York. ¿Qué pasa por su mente cuando está tras bastidores y comienza Il barbiere di Siviglia con esa famosa obertura. ¿Qué retos ve frente a usted?

Primero, me encanta esa obertura tanto. Es muy energética y no puedes quedarte quieta mientras la escuchas. Normalmente bailo en mi camerino si no estoy en el escenario. Pero, al mismo tiempo, por supuesto, estoy muy nerviosa, porque, no sé. En cada opera, tengo un momento en particular: como cante la primera aria, toda la función será así. Es lo mismo, por ejemplo, con Carmen: como cante la Habanera, ese será el ánimo de todo el resto de la función. Si canto bien (desde el principio), mi interpretación será buena. Es lo mismo con Il barbiere di Siviglia. Estoy muy nerviosa hasta mi primera aria, literalmente casi tengo un ataque de pánico antes de ir a escena. Pero, a medida que llego a la mitad del aria, me digo: Ok, ahora estoy en el lugar correcto, lo siento, podré hacer esta ópera hoy.

Su debut con la MetOpera fue en 2022 como la Maddalena de Rigoletto. ¿Cuál de estos tres personajes mujeres: Maddalena, Carmen y Rosina es su favorita?

Oh, eso es difícil. No lo sé. No puedo decir cuál es mi favorita. Cada personaje que canto se convierte en mi favorita. Si no me gustan, es muy difícil de cantar. Mi debut en Estados Unidos lo hice en San Francisco. Había cantado a la Olga de Eugene Onegin. Y recuerdo que antes de cantarla la odié, no podía cantarla, no podía entenderla, no lograba conectarme con el personaje, lo cual, por supuesto, afectó mi canto al final. No es un rol difícil de cantar, pero no podia, me sentía que no era honesta con mi público. Me sentí muy culpable y no disfruté de la interpretación.

“Luego hubo diferentes producciones y me decía: No, nunca más, no voy a cantar este personaje. Después hice esta producción en San Francisco, que en realidad venía para la MetOpera, una producción de Robert Carsen. Fue tan hermoso, entendí la historia, me conecté con ella y, finalmente, de repente pude cantar a Olga. Y es lo mismo con Rosina o con Maddalena o con Carmen. Porque si no me gusta el personaje, es mejor no cantarlo, porque entonces me siento muy culpable de no hacer al ciento por ciento mi trabajo. Y también me siento incómoda y eso me molesta mucho”.

¿Qué son los personajes, entonces, para usted?

La mayoría de los personajes que canto, especialmente ahora, son todos muy emocionantes, queridos para mí, o yo los busco. Y, por supuesto, cada personaje es como un libro de psicología. Cada vez que los directores me ponen en una situación, porque cada producción tiene ideas diferentes, cada director tiene ideas diferentes o mensajes finales que quieren transmitir al público. Y eso también me ayuda a entender mi psicología. Literalmente, me estoy estudiando a mí misma y estoy creciendo como persona a través de la ópera. Como vemos a través de la historia de la ópera, la humanidad no cambia, estamos en el mismo círculo. Es solo que en la ópera todo es más exagerado. Pero todavía es muy relevante.


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José Juan de Ávila
  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.
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