Comunidad

Tianguis, gran tradición nacional con alternativas para formalizarse

Con más de 500 años de historia y tradición, este modelo de comercio colectivo se convirtió en espacios públicos al servicio de la vida cotidiana; Placemaking México brinda apoyos para conservarlos.

Tianguis (del náhuatl: tiankistli, 'mercado') es el mercado tradicional de origen mexicano que ha existido en Mesoamérica desde la época prehispánica y que ha ido evolucionando en forma y contexto social a lo largo de los siglos.

Los tianguis se caracterizan por ubicarse de manera semifija en calles y en días designados por usos y costumbres, variando estos en cada población, en los que la comunidad local adquiere diversos productos, desde alimentos y ropa, hasta electrodomésticos.

En México desde hace más de 500 años se han construido mercados fijos en edificios y ante la realidad que impera en las calles es difícil seguir construyéndolos para dar espacio a todos los vendedores informales que son parte de algún tianguis o bien se instalan todos los días en calles, avenidas, parques, paraderos o cruceros.

“En los últimos 70 años ha quedado demostrado que, aunque se construyan mercados formales en grandes edificios seguirán existiendo vendedores informales fuera de ellos”, refiere Guillermo Bernal, Urbanista y Fundador de Placemaking México.

Aunque los diferentes niveles de gobierno han hecho de todo para regularizarlos -explica- en el fondo es complicado porque no necesariamente hay que meter a los tianguistas al mercado bien establecido, lo importante es cómo sacar la formalidad al tianguis.

“No se trata de imponer una forma de construcción, vida o comercio y ese ha sido el error histórico de los mercados, hay que reforzar la identidad, la flexibilidad, la cotidianidad y diversidad que dan los tianguis como espacios públicos al servicio de la vida cotidiana. Que las personas tengan un tianguis cerca de su casa les hace mucho más sencilla la vida”.

En el Estado de México, por ejemplo, el municipio de Tianguistenco significa “la ciudad que está al borde de los mercados”. Su tianguis se instala todos los martes, es uno de los más grandes de Latinoamérica y data de 1878. 

Asimismo, en Chiconcuac hay 2 mil 400 vendedores fijos y 6 mil itinerantes, los cuales se instalan tres veces a la semana, representan el mercado textil por excelencia y reciben a miles de compradores de todo el país. 

"Los clientes salen como a la una o dos de la tarde y llegan como a las 22:00 horas o una de la mañana, se surten y regresan para vender en otros puntos del país".

Con tianguis de estas magnitudes -señala- es complicado saber qué hacer para dar cabida a todos y mejorar sus condiciones, ya que construir más mercados o generar más espacios para ubicar a los informales es una solución que se ha probado y no funciona.

Por ello, la Fundación Placemaking México busca mostrar cómo la comunidad se puede transformar desde abajo y con el poder popular -desde donde la gente crea esos lugares vivos sin esperar necesariamente la planeación formal- tener un carácter más flexible, diverso y democrático que el espacio fijo, no da.

“El tianguis es una tradición milenaria y es difícil decir que los quiten porque en el fondo no va a pasar, no es meter a los de afuera a adentro sino más bien sacar la formalidad que tienen los de adentro hacia afuera, es decir, que los de fuera tengan las mismas oportunidades y funcione para todo. El tianguis ayuda a innovar, ofrece costos más bajos, no obliga a entrar de lleno a un negocio y permite probar”.

Al final la reducción parcial del caos urbano que generan los tianguis -calles inundadas, basura en todos lados y la caída de las ventas del mercado establecido- como el de Santa Cruz Meyehualco en Iztapalapa, que llegó a ocupar más de 30 calles, o el mercado de la San Felipe de Jesús en la Gustavo A. Madero, que tiene más de 7km solo los domingos -subraya- no es la solución.

“Históricamente La Merced era la central de abastos de Ciudad de México, hicieron mercados aledaños, los vendedores no se quisieron meter, hoy se creó una nueva central de abastos, pero sigue siendo un caos esa zona por la venta ambulante. Hay plazas comerciales en edificios porque las personas prefieren estar en las calles”.


Programas de apoyo


A través del programa Ciudad Mercado -resalta- buscan mejorar la experiencia del mercado fortaleciendo la infraestructura básica, definiendo reglas claras, que haya un proceso participativo y comunitario. Además de contar con programas específicos de formalización y capacitación de comerciantes.

“Tenemos dos programas en la Fundación y llevamos el cuarto año del programa de Apoyo a Pequeños Restaurantes, que no solo implica apoyarlos a ellos sino a la comunidad, el barrio o la colonia; les damos 10 mil dólares, a alrededor de 200 mil pesos, a 10 restaurantes. En total hemos apoyado a 42 restaurantes y apoyaremos a 10 más a finales de este año”.

Por la burocracia excesiva, trámites largos y costosos -indica- al menos 80 por ciento de los restaurantes que desean apoyar no cuentan con algunos documentos como uso de suelo, Constancia de Situación Fiscal, su pago de IMSS, no tiene asegurados a sus empleados o no tiene los permisos de protección civil.

“Eso desincentiva la regulación, aunque se han hecho ejercicios de ventanillas única a veces solo son cuellos de botella donde hay una fila más larga. Aunado al clientelismo, los líderes y las autoridades que usan los permisos de instalación como monedas políticas de cambio, lo cual genera falta de confianza y por ende los comerciantes se reúsan a pagar cuotas sin recibir algún servicio a cambio”.

Además de contar con el programa Menú del Día, el cual apoya a fondas para generar impactos sociales o económicas con capacitación para que se formalicen, sin olvidar a la comunidad y generando la mejor versión del negocio. “Serán beneficiadas 50 fondas de la capital del país”.

A través del Instituto Nacional de la Economía Social -asegura- han podido brindar capacitaciones para las fondas y las ayudan a generar cooperativas, pero también los apoyan en el diseño y el tema ambiental.

De ahí la importancia de apoyar a los tianguis a que ofrezcan su mejor versión, que tengan la experiencia fortalecida, sean limpios, estén bien conectados, cuiden los accesos de los adultos mayores, personas con discapacidad o mamás con carriolas.

“Tenemos que mejorar eso y lo estamos haciendo con el programa Ciudad Mercado que es parte del Project for Public Spaces, que se incorporó en Vietnam, lo trajimos a Ciudad de México y a otras ciudades. La idea no solo es reubicar o desalojar, sino que sean limpios, fuertes, accesibles y mejoren la experiencia”.

Es necesario -insiste- en que haya incentivos reales, que ayuden a generar fuentes de financiamiento y permitan terminar con la estigmatización del ambulante como el problema, ya que es resultado de una economía desigual y es un actor económico legítimo.

 “A veces la mejor comida o los mejores tacos están en las calles, por ello las autoridades deberían garantizar la recolección de basura, la seguridad y el mantenimiento.

Desde 2013 la Fundación Placemaking está operando en México, aunque tienen presencia en 33 países en el mundo, y ha apoyado a más de 500 comunidades en diferentes entidades a generar espacios públicos, incluyendo parques públicos, plazas, mercados y tianguis, principalmente, en la zona metropolitana de Ciudad de México.

“Tenemos programas en todo el país, pasando por Tijuana hasta Yucatán, el año pasado hicimos cuatro parques en la zona metropolitana del Valle de Toluca, tenemos mucho trabajo y en San Cayetano Morelos y el Carmen Totoltepec en Toluca también hicimos proyectos”.



HCM

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Alondra Ávila
  • Alondra Ávila
  • alondra.avila@milenio.com
  • Comunicologa por el CUSXXI y con 16 años de experiencia en medios de comunicación. Desde 2012 colabora en Milenio Estado de México en la sección de Negocios. Ganadora del 9o Premio al Periodismo sobre Innovación Científica y Tecnológica en 2018.
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