La fe viajera de Huamantla volvió a dejar huella, un grupo de 40 peregrinos provenientes de Huamantla, Tlaxcala, transformó el corredor de la Plaza Mariana ubicado dentro de la Basílica de Guadalupe en un lienzo vivo al elaborar un tapete de aserrín de colores de 45 metros, una obra efímera que combina tradición, fe y arte popular.
Lo que comenzó como un gesto de esperanza en medio de la oscuridad de la pandemia en 2020, hoy se ha convertido en una tradición que late con fuerza.
En aquel entonces, cuando la incertidumbre y el aislamiento dominaban al país, estos huamantlecos decidieron unir sus corazones y sus manos para llevar un mensaje de luz a los pies de la Virgen de Guadalupe. Y desde entonces, regresan cada año.
Con cada puñado de aserrín teñido, los peregrinos no solo dibujaron figuras; plasmaron sentimientos, memorias y agradecimientos. Bajo el sol de la mañana y entre el murmullo de miles de fieles, el tapete fue tomando forma: colores intensos, trazos finos y símbolos que evocan la identidad huamantleca, reconocida a nivel nacional por su maestría en este arte.
Este tapete tiene la imagen de la Virgen de Guadalupe y la Virgen de la Caridad, ambas adoradas y veneradas por la comunidad.
A través de sus manos y creatividad 40 peregrinos de Huamantla, Tlaxcala
— Basílica Guadalupe (@INBGuadalupe) December 8, 2025
elaboraron este día un tapete de aserrín de colores que mide 45 m.
Una iniciativa que surgió desde el año 2020, durante la pandemia por COVID, fue que sus corazones se unieron para venir a plasmar su arte. pic.twitter.com/o2ptPS4kJj
La presencia de Huamantla en la Basílica no pasa desapercibida: es un recordatorio de cómo las tradiciones mantienen unido a un pueblo y cómo, incluso en tiempos difíciles, el arte y la fe encuentran caminos para florecer.
Hoy, su tapete se puede visitar en un horario de 7:30 de la mañana hasta las 18:00 horas, un trabajo que no solo adorna, sino que engrandece el camino de los millones de peregrinos que cada año buscan llegar al Tepeyac.
CHM