Quien llega por primera vez a Mineral del Chico suele encontrarse con un bosque majestuoso: aire frío que huele a tierra húmeda, pinos que murmuran con el viento y una neblina suave que baja entre las montañas como si quisiera envolverlo todo. En apariencia, es un territorio reservado para quienes pueden sortear suelos irregulares y pendientes naturales. Pero basta internarse unos metros para descubrir que la naturaleza también puede ser un espacio donde caben todas las personas.
Espacio inclusivo
Ahí, en el campamento para visitantes del Parque Nacional El Chico, se despliega el sendero accesible, un proyecto que redefine la manera de disfrutar un área natural protegida en un estado donde la inclusión es un referente. Se trata de un recorrido de unos 800 metros que funciona como una invitación abierta. Con 2.5 metros de ancho, permite que visitantes con movilidad reducida, personas usuarias de silla de ruedas, adultos mayores, infantes y quienes viven con discapacidad visual puedan disfrutar de un paseo seguro y fluido, donde el bosque deja de ser un desafío para convertirse en un aliado.
Desde hace cinco años, Hidalgo apostó por un modelo inclusivo para acercar a más personas a uno de los entornos naturales más representativos del estado. Desde entonces, la Secretaría de Turismo de Hidalgo, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Hidalgo y la administración federal del Parque Nacional El Chico sostienen que esta modalidad de turismo no solo es posible, sino necesaria, como parte de un acceso más equitativo a los espacios naturales.
El diseño del sendero convive con el entorno sin alterar su ritmo. La ruta inicia con una superficie sólida de madera, cálida y firme bajo los pies o las ruedas. Más adelante, el piso se transforma en trozos de madera suave que respetan la dinámica del bosque sin comprometer la estabilidad de quienes lo recorren. Cada paso o cada movimiento de rueda encuentra continuidad sin obstáculos visibles.
En todo el trayecto, cables guía tensados con precisión ofrecen orientación a personas con discapacidad visual. Al rozarlos se percibe una ruta definida, independiente y sin sobresaltos, que acompaña el avance con seguridad sin alterar la experiencia del bosque.
A mitad del recorrido aparece un espacio amplio y cómodo para detenerse y contemplar el entorno. Es un lugar que invita a respirar y observar, un recordatorio del ritmo particular de cada visitante. Desde ese punto se escucha el bosque en su plenitud: el canto de las aves, el roce de las hojas y una quietud que muchos describen como una experiencia emocional más que física.
Aunque el sendero ya forma parte de la experiencia cotidiana de turistas y habitantes locales, lo que se aprecia actualmente corresponde a la primera etapa de un proyecto que aspira a extenderse. La intención es permitir que más personas, sin importar su condición física, puedan establecer un vínculo directo con la naturaleza. Por ello, el sendero fue reacondicionado recientemente como parte de un proceso de mejora continua basado en la retroalimentación de visitantes, especialistas y comunidades cercanas. Es una infraestructura viva, en constante evolución, al igual que el bosque que la rodea.
En este tramo del Parque Nacional El Chico, caminar o rodar es entender que la accesibilidad puede integrarse al paisaje sin modificar su esencia. En un país donde aún son pocos los espacios naturales verdaderamente accesibles, Mineral del Chico muestra que existe otra forma de turismo, una prioridad que ha marcado el gobernador Julio Menchaca Salazar desde el inicio de su administración.
Aquí, la montaña no pone condiciones. La invitación es amplia y plantea una idea que permanece conforme el proyecto avanza: lo verdaderamente natural es que la accesibilidad forme parte del paisaje.
