Los tradicionales "Gritones de las colchas", conocidos por promocionar sus productos a todo volumen con bocinas y micrófonos en los alrededores de la Basílica de Guadalupe en la colonia Independencia, atraviesan una de sus peores temporadas luego de que el municipio de Monterrey les prohibiera el uso de sus aparatos de sonido.
Los comerciantes señalan que la medida, aplicada durante esta temporada de alta afluencia por las festividades de la Virgen de Guadalupe, ha impactado severamente sus ventas en un 20 por ciento, ya que la voz amplificada y el característico grito son parte esencial para atraer a los clientes.
"Nos enteramos hace unos días que hay ciertas restricciones alrededor de la Basílica en cuestión de que podamos utilizar nuestro modo de trabajo con la gente, que es interactuar con sonido, a la gente eso le gusta" menciono el comerciante José Cuahutle Beristain.
Los puestos, instalados tradicionalmente en las calles aledañas a la Basílica de Monterrey, forman parte del corredor comercial que cada año se activa para los fieles que acuden a las celebraciones religiosas, por lo que los ciudadanos ya están resintiendo la ausencia de los tradicionales gritones.
"Definitivamente deberían de dejarlos que griten para que sigan acarreando más gente es muy bonito, o sea esta tradición que tienen llevan años entonces por qué les van a quitar ahora eso" dijo María Guadalupe Valdez.
Sin embargo, esta vez la dinámica cambió: inspectores municipales advirtieron que esta temporada esta prohibido el uso de bocinas y micrófonos, argumentando regulaciones de ruido y ordenamiento del espacio público.
"A las autoridades correspondientes, les pedimos que nos den la oportunidad de seguir trabajando tradicionalmente con un poquito de volumen de equipo de sonido para que no se pierda esta tradición, digo hay mucha gente que nos pregunta por qué ya no gritamos, nos da pena con la gente, porque obviamente no es lo mismo que diga 'llévese uno, llévese dos, le pongo la colcha' y vaya, nos motiva la gente, la gente lo que dice es: 'mira yo no vengo a comprar, yo vengo a vivir la experiencia', lo único que pedimos es eso, el permiso para que podamos trabajar como tradicionalmente lo hacemos".
Los comerciantes pidieron a las autoridades reconsiderar la medida, al asegurar que su actividad es parte de la tradición popular de estas fechas y que, sin la herramienta que caracteriza su manera de vender, las familias que dependen de este comercio están registrando perdidas considerables.
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