Hartos de la delincuencia que impera sin ningún castigo en los municipios de zona sur de Tamaulipas, comerciantes de la zona centro de Altamira casi linchan a un ladrón con un largo historial de atracos, para después peregrinar con él a golpes hasta la presidencia y entregarlo al alcalde Armando Martínez Manríquez, ante la nula acción por parte de la Guardia Estatal.
Este hecho comenzó desde el bulevar Allende esquina con calle Hidalgo del primer cuadro de la urbe industrial, cuando el sujeto robó una cartera de un negocio y en otros locales estuvo pagando mercancía con billetes falsos.
Ya estaba bien identificado, pues recientemente salió del penal y tiene tatuada en la frente la palabra “RATA”. Fue reportado ante la policía al número de emergencias del 911 en varias ocasiones, pero nadie llegó a este llamado, por lo que decidieron tomar justicia por su propia mano.
Ante este último hecho delictivo, intentó darse la fuga a bordo de un taxi, sin imaginar que aquí comenzaría su tormento y que probaría la furia de un pueblo cansado de la impunidad y la falta de protección por parte de quien nos gobierna.
El primero en ponerlo en su lugar fue el taxista mediante el cual se quería dar a la fuga para evitar que le dieran alcance los comerciantes.
Pero este le negó el servicio precisamente, porque vio como lo perseguían. Quién llegó hasta este lugar fue el dueño de uno de los negocios atracados, tomándolo por la fuerza antes de que intentara abordar alguna otra unidad.
Detrás de él ya venían más enardecidos afectados quienes comenzaron a propinarle una brutal golpiza. Luego que ya lo tenían tirado, lo obligaron a confesar los robos que había hecho en la última semana. Al mismo tiempo que hablaba, le seguían dando patadas en la cabeza.
“Y esto le va a pasar a todos los rateros que se atrevan a meterse a nuestros negocios del centro de Altamira. Ya estamos unidos, y si la autoridad no hace nada, vamos a tomar justicia por nuestra propia cuenta”, dijo uno de los locatarios, con voz llena de coraje.
Mientras esto sucedía cada vez se reunían más personas para ver qué era lo que estaba pasando, hasta que se formó un círculo de personas alrededor del delincuente. Se cayeron un sin número de billetes falsos.
“Son de juguete son de mis hijos”, dijo el maleante. “No los uso para estafar, los quiero para que mis hijos puedan jugar, se los llevó de regalo”, declaraciones que por supuesto nadie aceptó.
Lo hicieron reconocer que no es la primera vez que roba un comercio. Pero también que es consciente de que la policía lo suelta en poco tiempo bajo el argumento de que padece sus facultades mentales.
“Ya me habían agarrado por robarme un taxi, pero solo me tuvieron detenido 10 días, porque yo padezco de un trastorno de bipolaridad, estoy enfermo”, fue el comentario del hombre golpeado que dice tener 48 años. A lo que le respondieron “como para andar robando no estás enfermo, siempre con el mismo pretexto”.
El sujeto fue víctima de una brutal golpiza por parte de los afectados, quienes dicen estar cansados de la serie de robos
Pasado el tiempo primero 10 minutos después 20 y hasta que fueron 30, fue que tomaron la decisión de llevárselo hasta la presidencia de Altamira con el afán de demostrarle a las autoridades locales, que sí hay robos y que hay delincuentes sin castigo que continúan cometiendo ilícitos.
Lo tomaron del brazo y de la camisa para levantarlo a punta de patadas. De aquí emprendieron la peregrinación junto con este sujeto, a quien en todo momento le asestaba golpes en la nuca.
El malhechor se veía exhausto, preocupado, pero no con miedo. Su mirada más bien era de aceptación, porque no encontraba ninguna forma de salir de este problema. Los locatarios ubicados sobre la calle Hidalgo salieron para observar con felicidad que por fin alguien decidió alzar la voz.
“Ya estamos unidos y si la autoridad no hace nada, vamos a tomar justicia por nuestra propia cuenta”
La única respuesta que habían recibido por parte del secretario del ayuntamiento Francisco Pérez Ramírez, fue que sus reclamos seguramente tenían tintes políticos, asegurando que sí había seguridad. Con esas acciones demostraron que hay delincuentes libres haciendo de las suyas, y qué más prueba el sujeto al que habían dejado tirado dentro de la presidencia municipal.
yc
