En una marcha que comenzó en el parque Morelos y terminó en el monumento “Palestina Libre”, colectivos, activistas sociales y ciudadanos denunciaron que en la Zona Metropolitana de Guadalajara la vivienda se ha convertido en un bien especulativo.
Este fenómeno ha provocado múltiples desplazamientos, encarecimiento de rentas y un incremento en la gentrificación de barrios populares.

"Que no haya personas sin vivienda y viviendas sin personas: en Guadalajara hay más de 2 mil personas en situación de calle y más de 200 mil casas deshabitadas. Vivienda hay; lo que falta es voluntad política para que vuelva a ser un derecho humano y no un negocio", expresó Julián, uno de los asistentes a la marcha.
Plataformas una de las causantes de la gentrificación
Los manifestantes advirtieron que plataformas como Airbnb han acelerado el despojo urbano, pues grandes propietarios acaparan viviendas para destinarlas a rentas temporales, generando presión sobre los precios y expulsando a familias que históricamente han habitado esas zonas.
"Airbnb entra en esto porque grandes propietarios, con vínculos directos a bancos y sistemas financieros, acaparan la vivienda para convertirla en espacios temporales destinados a turistas o nómadas digitales", exponen miembros de los colectivos.
Cerca de 150 personas recorrieron avenida Juárez en Guadalajara para exigir a las autoridades políticas públicas que garanticen el acceso a la vivienda como un derecho humano y no como un privilegio, además de regulaciones que frenen la especulación y protejan a las comunidades frente al desalojo y la gentrificación.
¿Cómo se organizaron los colectivos?
Organizaciones civiles, colectivos y ciudadanos sintieron la necesidad de organizarse ante la impotencia. Lo que comenzó como conversaciones entre vecinos y publicaciones aisladas en redes sociales derivó en asambleas abiertas donde, poco a poco, fueron encontrando una voz común.
Entre sus principales demandas está el acceso a una vivienda digna, un freno a las plataformas de hospedaje que encarecen las rentas, y una política urbana que priorice a los habitantes de la ciudad por encima de los intereses inmobiliarios.
El problema, insisten, no es el cambio natural de la ciudad, sino el desplazamiento forzado de quienes la sostienen. “Lo que necesitamos de las autoridades es que piensen en la gente que ha hecho la ciudad. De lo contrario, lo que están creando es una ciudad fantasma”, subraya Luciana, otra de las participantes.
OV