Cada historia sobre el cáncer de mama es un recordatorio poderoso de lo vital que es la prevención.
Entre estas voces valientes está la de Angélica Morquecho, una mujer luchadora que ha convertido su proceso en una experiencia de autodescubrimiento y amor propio.
Cuando recibió su diagnóstico, Angélica encontró su mayor motivación en sí misma. Aunque estuvo rodeada del amor de su familia, su pareja y sus amistades, entendió que su mayor compromiso debía ser con ella.
“Mi familia, mi novio, mis amigos, pero principalmente yo. A veces, cuando te pasa algo, dices: ‘Lo voy a hacer por mi mamá, por tal o cual persona’. ¿Y tú, cuándo?,” reflexiona Angélica.
“También tienes que hacerlo por ti”.
Su camino no ha sido fácil, pero ha aprendido que el miedo no debe paralizar. En cambio, recomienda tomar las cosas con calma y confiar en que cada etapa, por difícil que sea, tiene una recompensa.
“Estén tranquilas. Todo va a salir bien. Que esa seguridad sea el motor para salir adelante. Por un momento lo vas a pasar mal, vas a estar triste o sentirte débil, pero después viene la recompensa de estar sana”, compartió con serenidad.
Uno de los mensajes más importantes que desea transmitir es que el cáncer no siempre da señales claras, por lo que es esencial que las mujeres estén atentas y se revisen regularmente, incluso si no sienten molestias.
“Eso es algo muy importante de aclarar. A veces se piensa que el cáncer duele, que te cansas más... y no. En muchos casos no hay síntomas. A mí, por ejemplo, solo se me inflamaron los senos y apareció una bolita. No me dolía, no sentía nada”, recuerda.
Angélica señaló que esta batalla no se trata solo de vencer una enfermedad, sino de vivir con valentía, conciencia y amor propio.
Su historia es una invitación a todas las mujeres a cuidarse, a escucharse y, sobre todo, a ponerse en primer lugar.
mrg