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Alfeñique, dulce tradición que da vida al Día de Muertos en Huaquechula, Puebla

EDICIÓN FIN DE SEMANA

Este dulce representa una tradición que ha resistido el paso del tiempo y continúa transmitiéndose de generación en generación.

En Huaquechula, Puebla, el dulce de alfeñique no es solo un postre típico: es una expresión artesanal que da vida a la memoria y al simbolismo del Día de Muertos. Cada año, los artesanos preparan las figuras que adornarán los altares monumentales dedicados a los fieles difuntos.

El alfeñique, elaborado a base de azúcar, clara de huevo y limón, representa una tradición que ha resistido el paso del tiempo y continúa transmitiéndose de generación en generación. Más que un dulce, el alfeñique en Huaquechula es una obra de arte efímera.

Las manos de los artesanos moldean pequeños cráneos, animales, flores y figuras humanas que reflejan tanto la devoción como la creatividad popular. Persiste la tradición

Entre el aroma de azúcar derretida y el calor del fogón, las manos de Margarita y Alicia Reyes Chapero dan vida al dulce de alfeñique, un arte que en Huaquechula aún sobrevive gracias a la pasión, paciencia, destreza y un profundo conocimiento del oficio de quienes se niegan a dejarla morir.

En entrevista para MILENIO Puebla, Margarita Chapero explicó que el proceso comienza al poner el azúcar a hervir, y cuando alcanza la textura adecuada, se agregan 20 gotitas de limón y se sigue moviendo hasta obtener una consistencia cristalina. El punto exacto se reconoce con las manos: “si truena, es que ya está”.

Una vez lista, el azúcar se deja reposar para formar pequeñas bolitas que luego se moldean con las manos, aquí no hay moldes ni herramientas sofisticadas; solo “la mano, la lumbre y el agua”, los elementos esenciales que dan forma a patitos, canastas o chinitos, figuras tradicionales que surgen de la creatividad y el calor del trabajo. De un kilo de mezcla, pueden salir hasta 50 piezas en una hora.

Para Alicia Reyes Chapero, hija de Margarita Chapero, la elaboración del alfeñique es más que un oficio: es una herencia familiar que ha pasado de generación en generación.

“Mi mamá me enseñó, y ella aprendió de mi tía. De cuatro hermanas, soy la única que sigue la tradición (...) Nosotros no utilizamos molde, solamente nuestras manos”, comenta. Mencionó que en un día puede crear entre 20 y 40 figuras, dependiendo de la complejidad, ya que el proceso requiere de paciencia y calma, pues trabajar con pura azúcar significa recalentar constantemente la masa para que no se endurezca.

Sin embargo, ambas coincidieron en que la tradición está en riesgo, porque en Huaquechula ya son pocas las familias que siguen conservando la tradición.

“Ya se está perdiendo, la generación nueva ya no quiere aprender. Prefieren comprar los que hacen con azúcar glass o huevo”, lamentó Alicia.

Pese a ello, cada año, el 31 de octubre, las artesanas de Huaquechula se preparan para recibir a quienes aún buscan estos productos tradicionales, hechos con dedicación y el sabor auténtico del pasado.

AAC

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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