Meses atrás, Luis se iba a la Central de Abastos a buscar alimento “hasta en los botes de basura” para poder comer, a veces dormía en casa de su padre, quien es un hombre que padece alcoholismo y de quien recibía agresión “por ser diferente”, ya que el joven de 31 años es de lento aprendizaje, pero la mayoría de sus noches conciliaba el sueño en la calle.
Cuando supo que habría un Techo Invernal para personas en condición de calle, supo que tendría un techo dónde dormir y con quién platicar, y así fue, durante un mes y medio pudo descansar sobre un catre, con cobijas y con alimento, lo que le dio esperanza para iniciar una mejor vida lejos del ambiente en el que había crecido.
“Mi papá nunca me ha querido por ser diferente, además se enoja cuando hablo bien de mi mamá, a quien no conocí porque dice él que me dejó porque no me querían, pero yo la quiero aunque no la conozca y sé que a la mejor ella huyó por el maltrato que recibía de él.
“Me daba miedo quedarme en la calle, pero lo vencí cuando pude quedarme en el Techo Invernal, se sentía bien tener un lugar tranquilo, pero pues ya nos lo quitaron, espero que puedan colocarlo de nuevo, porque es el lugar donde uno puede estar tranquilo y puede dormir en paz”, expresa Luis, con cierta dificultad para hablar.
Luis pierde su mirada en el ir y venir de los autos que pasan por la Avenida Nuevo Hidalgo, la gente sube y baja del transporte público y miran de reojo a Luis, quien debido a su condición y a su ropa que está algo sucia y desaliñada, pero una sonrisa delata su pensar.
“¿Sabe qué?, cuando paso por en medio de la gente o me topo con ella, cuando son mamás ellas jalan a sus hijos y escucho que les dicen que yo no les vaya a hacer algo, como si fuera un delincuente y así es para todos los que vivimos en la calle, es fácil juzgar, pero no es tan fácil conocer las historias que guardamos.
“Acá en este lugar todos éramos iguales, nos sentíamos bien y que importábamos, pero creo que esto se acabó y pues no avisaron siquiera que iban a quitar las lonas, por lo que ahora es necesario buscar otro lugar dónde dormir, porque no quiero regresar a la casa de mi padre”, dice.
Indica que haber llegado al Techo Invernal que se colocó en la Plaza Nicandro Castillo era un presagio de que su vida cambiaría, “porque en primera ya no me daba miedo dormir, uno debe de cuidarse en la calle porque nos agreden, pasamos frío porque no tenemos cobijas o ropa, y pues a veces me preocupa que llegan niños de menos de 13 años, están expuestos.
“Yo llevo 40 días que no me drogo porque este lugar me hizo cambiar la manera de ver mi propia vida, porque quiero un día trabajar como ayudante, rentar un departamento y tener mi propio negocio de venta de dulces, chocolates, y esto era un buen comienzo, sólo pido que nos den este espacio, que nos vuelvan a dar la oportunidad de poder dormir tranquilos”, expresa.
Señala que, a pesar de que ha querido buscar trabajo no cuenta con una acta de nacimiento, tampoco con credencial del Instituto Nacional Electoral (INE), porque “no sé cómo hacerlo, pero de las personas que apoyaron con las carpas para nosotros, nos han ayudado a que nuestros sueños sigan vivos, y sé que en Invictus podré apoyar con trabajo”, relata.
No sabe este día en dónde pasará la noche, pero lo que sí sabe es que “deseo ayudar a la gente”, y seguirá vigente su deseo de “ser alguien en la vida, porque sabe qué, Luis es un hombre amoroso, respetuoso y con ganas de trabajar, y solo espero volver a tener un techo donde dormir, creo que no es mucho lo que pedimos”, concluye.