Hasta una tercera parte de las personas con cáncer de mama colorrectal o de pulmón en México y América Latina podría estar recibiendo tratamientos que no les servirán, no por errores médicos, sino porque los sistemas de salud siguen recetando terapias estándar sin tomar en cuenta la genética de cada paciente.
El especialista Felipe Martínez Rivera, del Hospital General de México 'Dr. Eduardo Liceaga', señaló que la oncología pública continúa funcionando con esquemas generalizados en los que “a todos se les administra el mismo tratamiento y después se observa quién responde y quién no”.
Por lo regular, dijo, “el margen de error es más grande de lo que quisiéramos admitir. Incluso, pueden pasar meses hasta que el paciente descubre que el medicamento no era el ideal para su enfermedad”.
En entrevista con MILENIO, el especialista señaló que la principal brecha para integrar la farmacogenómica en la práctica cotidiana no es tecnológica, sino cultural.
“Hay gente muy preparada; actualmente sabemos leer la genómica del paciente, pero lo difícil es que el sistema confíe en ella”, afirmó al detallar que persiste el temor a modificar la prescripción estándar. “La farmacogenómica necesita que el médico y el hospital reconozcan que no todos los pacientes son iguales”, subrayó.
Martínez Rivera explicó que hoy las terapias se prescriben de acuerdo con dosis promedio y toxicidades promedio, aun cuando el metabolismo individual puede convertir un fármaco eficaz en uno tóxico o, por el contrario, disminuir su efectividad.
“Miles de tratamientos se administran esperando que el cuerpo responda como se anticipa, aunque esto no siempre sucede”, apuntó.
El impacto económico de esta práctica, afirmó, es elevado porque no solo se gasta en medicamentos de alto costo, sino en estancias hospitalarias, atención de enfermería, seguimiento médico y tiempo clínico que podrían evitarse.
“La farmacogenómica está diseñada justo para hacer más eficiente el uso de recursos desde la primera consulta”, enfatizó.
Medicina genómica, hacia decisiones médicas concretas
El proyecto 'Implementación clínica de farmacogenómica en oncología: del biomarcador a la prescripción personalizada' busca traducir la complejidad genética en decisiones médicas concretas a través de una plataforma que convierte los resultados en un semáforo clínico de fácil lectura.
“El médico no ve genes, sino una indicación simple: este tratamiento sí es para este paciente, y este no”.
Lo esencial no es detectar una mutación por sí misma, sino anticiparse a la conducta terapéutica y definir qué haremos con el paciente.
Para desarrollar el modelo, indicó que se seleccionaron biomarcadores útiles para cáncer de mama, colorrectal y pulmón atendiendo a un criterio práctico: si el resultado podía evitar un tratamiento inútil para el paciente.
“Comenzamos por aquello que cambia la vida del enfermo, no por lo que suena más sofisticado”, explicó.
Respecto al acceso a las pruebas genéticas, afirmó que no están reservadas para hospitales privados o centros de élite.
“Si se logra la estandarización y se integra un flujo clínico adecuado, su costo baja drásticamente y su impacto crece bastante. La genética y la genómica no son un lujo; deben ser parte del diagnóstico actual”, sostuvo.
La evidencia clínica, recalcó, demuestra que integrar la farmacogenómica en la prescripción incrementa la respuesta terapéutica, reduce efectos adversos y limita hospitalizaciones.
“El paciente responde antes, tiene menos toxicidad y vive con mayor dignidad. No hablamos solo de teoría; hablamos de que la persona puede seguir trabajando, cuidando a sus hijos y manteniendo su vida cotidiana”, afirmó.
Martínez Rivera compartió casos observados en su práctica clínica, en los que personas recibieron durante meses quimioterapias agresivas para después descubrir que el medicamento no tenía ninguna posibilidad de funcionar, o bien presentaron toxicidades graves que pudieron haberse previsto mediante un panel genético completo.
“La medicina genómica no es ciencia ficción; también puede funcionar como prevención”, comentó.
Sobre los desafíos para implementar el modelo, consideró que existen tres barreras principales: la administrativa, donde “hay miedo real a pagar estudios antes de pagar medicamentos”; la tecnológica, relacionada con la falta de estandarización entre laboratorios; y la ética, centrada en la preocupación por el manejo de datos genéticos.
“Todas estas barreras se pueden resolver de manera simple. Si existe voluntad institucional, esto se puede lograr en un lapso muy corto”, afirmó.
La infraestructura mínima necesaria, detalló, no es compleja: se requiere una unidad de patología funcional, un laboratorio con experiencia en genómica médica y un expediente clínico electrónico que registre el perfil genético del paciente como dato permanente.
“El sistema debe avisar en tiempo real al médico: este paciente no tolerará este medicamento o este paciente es el candidato ideal”, explicó.
El especialista afirmó que el modelo es totalmente escalable a otros tipos de cáncer, como próstata, páncreas o melanoma.
“La genómica es un idioma universal. La diferencia radica en la organización, no en el tumor”, sostuvo.
Para evaluar el éxito del programa, señaló que se emplearán tres métricas centrales: reducción de toxicidad, mayor rapidez en la respuesta terapéutica y disminución del gasto hospitalario. “Si respondemos sí a estas tres preguntas, es un ganar ganar”, aseveró.
En cuanto a tiempos de implementación, estimó que un hospital público podría operar un circuito completo de diagnóstico genético a prescripción personalizada en un periodo de entre seis y nueve meses, siempre que exista decisión institucional.
Martínez Rivera consideró que este proyecto puede convertirse en un precedente para transformar la oncología nacional hacia un modelo de medicina personalizada.
“Nuestro México no necesita esperar a nadie. Podemos diseñar nuestra propia medicina personalizada adaptada a nuestros hospitales y pacientes”, expresó.
El demostrar el funcionamiento de la farmacogenómica en un hospital público sería suficiente para impulsar su réplica en otras instituciones. “La oncología del futuro no es más agresiva, es más inteligente”, subrayó.
El especialista destacó que el respaldo del Premio Rosenkranz le permitirá recibir mentoría internacional en España con García Foncillas, referente mundial en medicina traslacional.
“Todo este aprendizaje estará enfocado en generar un impacto directo en México, donde la farmacogenómica puede cambiar la vida de los pacientes desde el primer día”, dijo.
IYC