Ciencia y Salud

Dr. Alejandro Cervantes, psicólogo: “La amiga que te dice ‘¡qué padre!’, pero no te mira a los ojos, te está gritando su envidia”

Todos hemos compartido logros y recibimos mensajes de apoyo; ¿sabías que puede ser envidia disfrazada de falsa amistad?

Todos hemos estado ahí. Compartes una gran noticia —un ascenso, un nuevo amor, un viaje soñado— y esa persona, supuestamente tu amiga, te responde con un "¡Wow, qué padre, felicidades!" que se siente hueco, forzado. La sonrisa no llega a los ojos. El abrazo es demasiado rápido. 

Según el psicólogo clínico mexicano Alejandro Cervantes, estos momentos incómodos no son producto de tu imaginación. Son la manifestación de una de las emociones más corrosivas y socialmente ocultas: la envidia, a menudo disfrazada de una amistad que, en realidad, solo espera tu fracaso para sentirse mejor consigo misma.

¿Por qué sentimos envidia, especialmente de la gente que queremos?

"La envidia es, en el fondo, un dolor por el bien ajeno", explica el Dr. Cervantes, egresado de la UNAM

"Pero no nos duele cualquier bien ajeno. Rara vez envidiamos a Bill Gates o a un astronauta. La envidia más dolorosa nace de la comparación con nuestros pares, con aquellos que consideramos nuestros iguales: nuestros amigos, nuestros hermanos, nuestros colegas".

Este fenómeno tiene una explicación psicológica profunda. La Teoría de la Comparación Social, propuesta por el psicólogo Leon Festinger, postula que tenemos un impulso innato a evaluar nuestras propias opiniones y habilidades comparándonos con los demás. Cuando alguien cercano a nosotros, alguien con quien nos identificamos, logra algo que nosotros deseamos, se activa una alarma interna.

"El éxito de tu amigo te confronta directamente con tus propias carencias o fracasos percibidos", señala Cervantes. 
"No es que no quieras a tu amigo. Es que su éxito ilumina lo que tú sientes que te falta. El cerebro primitivo lo interpreta como una amenaza a tu estatus dentro del 'clan', a tu propia valía. Es un cóctel de tristeza por no tenerlo, frustración por no haberlo logrado y, a veces, un enojo irracional hacia la persona que sí lo tiene".

La ‘falsa amistad’: ¿Cómo se ve y se siente la envidia disfrazada en México?

La cultura mexicana, con su énfasis en la comunidad, la fiesta y el "echarle porras" al compadre, crea un caldo de cultivo perfecto para la envidia enmascarada. Socialmente, no está bien visto admitir la envidia; se considera de "mala leche" o de "gente ardida". Por eso, se disfraza con una maestría que puede ser difícil de detectar. El Dr. Cervantes identifica varias "banderas rojas":

  • El elogio minimizador: Frases como "¡Qué suertuda eres!" o "¡A ti todo se te da tan fácil!". En lugar de reconocer tu esfuerzo y talento, atribuyen tu éxito a la suerte, restándote mérito de forma sutil.
  • El ‘consejo’ pesimista: Cuando compartes un nuevo proyecto, en lugar de apoyarte, te inundan de posibles problemas. "Híjole, qué bueno, pero ¿ya pensaste en los riesgos? Ten cuidado, eh, que está bien difícil". Se disfraza de preocupación, pero su intención es sembrar la duda.
  • El cambio de tema inmediato: Le cuentas tu gran noticia y, tras un "qué padre" de dos segundos, inmediatamente cambian el tema para hablar de sus propios problemas o logros. Tu éxito les resulta tan incómodo que no pueden sostener la conversación.
  • La ausencia en los momentos clave: Son los primeros en llamar cuando tienes un problema, porque tu fracaso los reconforta. Pero en tus celebraciones, o "se les olvida", o tienen "otro compromiso", o asisten con una energía visiblemente apagada.
  • El chisme ‘constructivo’: Te cuentan lo que "otros" dicen de ti o de tu éxito, a menudo con una connotación negativa. "No es por ser chismoso, pero me enteré que a fulanita no le pareció muy bien tu ascenso. Te lo digo para que te cuides".

"En México somos expertos en el lenguaje indirecto", afirma Cervantes. "La envidia rara vez te lo dirá a la cara. Te llegará en forma de un comentario pasivo-agresivo, un chiste que pica o un silencio que grita más fuerte que cualquier palabra".

¿Por qué estas dinámicas son tan comunes en nuestra cultura?

Más allá de la psicología universal, hay factores culturales que pueden intensificar estas dinámicas. 

"Vivimos en una cultura de contrastes enormes. Por un lado, un colectivismo muy fuerte, pero por otro, una competencia feroz y una brecha socioeconómica muy visible", analiza el psicólogo. 

La envidia puede estar disfrazada de falsa amistad | Pixabay
La envidia puede estar disfrazada de falsa amistad | Pixabay


"El ‘qué dirán’ tiene un peso enorme, y el éxito individual a veces se percibe como una traición al grupo o como una forma de ‘presumir’ que genera resentimiento".

La famosa frase "El peor enemigo de un mexicano es otro mexicano" nace, en parte, de esta incapacidad para procesar la envidia de forma sana. En lugar de ver el éxito de un compatriota como una fuente de inspiración, a menudo se ve como una ofensa personal.

¿Cómo protegernos y qué hacer con esas ‘amistades’?

Reconocer que eres el blanco de la envidia de un amigo es doloroso. El Dr. Cervantes propone un plan de acción en tres pasos:

  • Observar y confirmar

No reacciones a la primera. Observa el patrón. ¿Esta persona minimiza constantemente tus logros? ¿Solo aparece en tus malos momentos? Documenta mentalmente los incidentes para asegurarte de que no es una percepción aislada.

  • Poner distancia estratégica (la ‘dieta de información’)

No tienes que cortar la relación de tajo, pero puedes dejar de alimentar su envidia. Deja de compartir tus noticias más importantes o tus vulnerabilidades con esa persona. Conviértela en una amistad más superficial y guarda tus logros para tu círculo de confianza real.

  • La confrontación (solo si es necesario)

Si la relación es muy importante para ti, puedes intentar una confrontación asertiva. Usa un lenguaje de "yo siento" en lugar de "tú eres". Por ejemplo: "Cuando te conté de mi nuevo trabajo, sentí que no te alegraste por mí, y eso me dolió. ¿Está todo bien entre nosotros?". Prepárate para que lo nieguen, pero al menos habrás puesto un límite.

"Y lo más importante", concluye Cervantes, "es usar la envidia ajena como un espejo. Pregúntate: ¿en qué áreas de mi vida siento yo envidia? Reconocerla en nosotros mismos, sin juzgarnos, es el primer paso para transformarla de un veneno que destruye relaciones en un combustible que nos impulse a lograr nuestras propias metas".

MBL 

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Mayte Baena
  • Mayte Baena
  • Periodista egresada de la FES Aragón, UNAM con casi 15 años de carrera. Locutora comercial, editora en el área de Discover de Milenio. Apasionada de la política, con experiencia en trámites del Gobierno de México y en ocasiones de música, beisbol y otros de interés general.
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