Consumir alcohol en el embarazo causa afecciones y anormalidades en todos los tejidos del feto: interfiere con el desarrollo neuronal, altera la placenta y la expresión de genes, daña el corazón, desregula el sistema inmunológico y endocrino, causa malformaciones y compromete el crecimiento desde las primeras semanas de gestación.
“Trago que se toma la mamá es alcohol que va directo a todo el sistema corporal. En el feto llega directamente a todos los tejidos”, dijo Augusto Rojas Martínez, profesor e investigador en Genética del Tecnológico de Monterrey, al abrir el Primer Congreso Internacional sobre Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF). No existe "dosis segura ni momento seguro" durante el embarazo y lactancia, añadió.
El especialista explicó que el alcohol es la segunda molécula más fácil de penetrar en las células, solo después del oxígeno, y que al llegar al núcleo altera la expresión de los genes. “Dentro de las células, tal vez la que más importa es la neurona”, dijo. El resultado son defectos de migración neuronal, muerte celular, circuitos mal formados y conexiones ineficientes que dejan cicatrices permanentes.
En resonancias magnéticas se observa que los cerebros de niños expuestos al alcohol muestran menos áreas de crecimiento y regiones enteras que nunca alcanzan la maduración.
La placenta también queda impactada. Es un órgano endocrino esencial que regula el crecimiento fetal y secreta hormonas críticas, como la gonadotropina coriónica y factores semejantes a la insulina. El alcohol interfiere con esa producción, lo que deriva en bajo peso y talla al nacer.
“La concentración de alcohol en el feto es mayor que en la madre porque su hígado no puede metabolizarlo”, señaló Rojas.
Estudios epigenéticos han demostrado que la exposición apaga genes encargados de regular el ciclo circadiano y la producción de cortisol. Esto significa que los bebés nacen con sistemas de estrés descontrolados, inflamación generalizada y una vulnerabilidad mayor a infecciones y enfermedades crónicas.
Silvia Cruz Martín del Campo, investigadora del CINVESTAV, explicó que el metabolismo del alcohol genera acetaldehído y radicales libres que dañan mitocondrias y ADN.
“El acetaldehído compite con el retinaldehído, disminuye el ácido retinoico y con ello altera la organogénesis”, aseveró.
Esa disrupción se traduce en malformaciones faciales, problemas cardíacos, labio y paladar hendido y fallas en la arquitectura cerebral.
Añadió que el alcohol compromete la maduración de células gliales, es decir, microglía, astrocitos y oligodendrocitos, responsables de la mielinización.
“Todo esto provoca que los circuitos neuronales funcionen de manera menos eficiente y que el daño persista de por vida”, abundó.
Malformaciones, otra de las consecuencias
El consumo de alcohol en el embarazo puede provocar una serie de malformaciones visibles desde el nacimiento y persistentes en la vida adulta.
Augusto Rojas precisó que el síndrome alcohólico fetal se caracteriza por un filtrum aplanado, labio superior delgado, párpados caídos y orejas con pliegues anormales.
En las manos puede observarse el pliegue palmar conocido como 'signo del palo de golf', mientras que en la cara destacan hendiduras oblicuas estrechas y asimetrías faciales. Estas alteraciones se acompañan de bajo peso y talla, retraso psicomotor, discapacidad intelectual y malformaciones en órganos internos.
“Las malformaciones más importantes son cardíacas, labio y paladar hendido y onfalocele, es decir, una hernia en la zona del ombligo”, señaló Rojas.
Explicó que en la vida adulta persisten los rasgos faciales característicos, como el filtrum plano y el labio delgado, lo que permite identificar retrospectivamente los casos de exposición prenatal al alcohol.
Alcohol puede generar trastornos invisibles de neurodesarrollo
Las consecuencias van desde malformaciones faciales reconocibles hasta trastornos invisibles del neurodesarrollo. El espectro incluye desde síndrome alcohólico fetal severo con discapacidad intelectual, hasta alteraciones sutiles que se confunden con déficit de atención o problemas de conducta.
Rojas recordó que “94 por ciento de las personas expuestas tienen problemas de salud mental, 79 por ciento dificultades de empleo, 60 por ciento problemas legales y 43 por ciento fracaso escolar”.
El investigador agregó que una de las manifestaciones más graves es la propensión a delinquir. Niños y adolescentes con daño neurológico por exposición prenatal al alcohol presentan dificultades para acatar normas sociales, impulsividad elevada, problemas de control de conducta y, en muchos casos, terminan vinculados con actividades delictivas o reincidiendo en conflictos con la ley. “Este también es un trastorno del neurodesarrollo relacionado con el alcohol y se observa con frecuencia en personas expulsadas de la escuela, con historial de adicciones y problemas legales”, puntualizó.
Eiji Alfredo Fukushima Taniguchi, consultor internacional en prevención y atención de consumo de sustancias psicoactivas con experiencia en la CICAD/OEA, subrayó que la detección temprana y la prevención comunitaria son fundamentales. Recordó que las mujeres presentan el llamado 'efecto telescopio', que las hace progresar más rápido hacia la dependencia. “Cero alcohol en el embarazo”, comentó, y recomendó aplicar pruebas de tamizaje como AUDIT y ASSIST en clínicas y centros comunitarios.
El AUDIT es una prueba de 10 preguntas auto administradas para identificar trastornos relacionados con el consumo de alcohol; permite distinguir entre bajo riesgo o abstinencia, consumo peligroso, consumo nocivo y posible dependencia. El ASSIST, de ocho preguntas, detecta consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias e identifica patrones de riesgo bajo, moderado o alto. “Son herramientas sencillas, útiles y aplicables en el primer nivel de atención”, enfatizó Fukushima, quien insistió en la necesidad de usarlas de manera rutinaria en mujeres embarazadas.
Daños van más allá de la infancia
El congreso reveló cifras preocupantes. A escala global, cerca de 10 por ciento de los embarazos ocurren bajo exposición al alcohol. En Estados Unidos, 13.5 por ciento de las mujeres embarazadas reportan consumo y 5.2 por ciento episodios de embriaguez. En México, los datos son limitados y tienden a subestimarse: en Guadalajara, un estudio con biomarcadores detectó 12.3 por ciento de exposición prenatal, y en Monterrey, una encuesta a 420 mujeres, muchas de ellas adolescentes, mostró prevalencias de hasta 75 por ciento de consumo de alcohol, además de uso de tabaco y mariguana, un coctel que multiplica riesgos. “Estamos en una etapa inicial y necesitamos mucha investigación en todo el país”, dijo Rojas.
La vulnerabilidad es mayor en contextos de pobreza y pandillas, donde adolescentes desertoras escolares, presionadas por pares, consumen alcohol y drogas y enfrentan embarazos no planeados. “Ahí no hay límites”, señaló Rojas, quien insistió en que se requieren equipos multidisciplinarios que incluyan médicos, antropólogos, químicos y abogados para atender las implicaciones de salud y los dilemas legales que surgen cuando se detecta un caso.
El impacto del TEAF trasciende la infancia. En la adolescencia, los jóvenes expuestos cargan con desventajas cognitivas y conductuales que aumentan el riesgo de consumo problemático y delincuencia. En la vida adulta, muchos enfrentan dificultad para mantener empleo, relaciones sociales y proyectos de vida. La evidencia científica, coincidieron los expertos, demuestra que cada trago deja huella.
El martes se conmemora el Día Mundial del Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal (TEAF), un recordatorio de que no existe un consumo responsable de alcohol en el embarazo ni en la lactancia. Los especialistas hicieron un llamado urgente a la prevención: ampliar la vigilancia con biomarcadores, aplicar tamizajes breves en el primer contacto con los servicios de salud, desarrollar programas focalizados para adolescentes y comunidades en riesgo, e integrar esfuerzos entre salud, educación, protección social y justicia. “Necesitamos trabajar en equipos, en todo el país”, dijo Rojas. “Ningún nivel de alcohol es seguro en el embarazo”, señaló Cruz.
IYC