EL ÁNGEL EXTERMINADOR
Juan Alberto Vázquez
El 13 de julio del 1985 el planeta entero vibró con el más grande evento de rock de la historia. Nombrado "el día que la música cambió al mundo", el festival recaudó millones de dólares para paliar la hambruna en Etiopía y Sudán y, de paso, reinventó el altruismo rockero, con el agravante de que nunca se supervisó el destino final del billete.
Cuando la banda Status Quo arrancó con "Rockin All Over The World", y mientras miles brincaban sobre el legendario pasto de Wembley, millón y medio de personas en más de 110 países mirábamos con la piel de gallina las imágenes por televisión. En la mitad de esos países iniciaban también teletones en vivo para una gran jornada recaudatoria.
En aquel sábado glorioso, con una organización de tan solo diez semanas y durante 16 horas continuas, participaron 75 diferentes proyectos musicales en dos escenarios: Wembley en Londres y el estadio JFK en Filadelfia, con una asistencia de 170 mil fanáticos en ambos escenarios.
Cómo en todo show de larga duración, entre los invitados hubo de todo: sólidas leyendas, colados inexplicables y dolorosos ausentes; del segundo grupo pocos entendieron la presencia de Kenny Loggins, Bryan Adams, Ashford & Simpson y Mick Jagger sin las demás piedras rodantes.
Los críticos coinciden en que los 20 minutos más brillantes del festival los debemos a Queen, en el mejor momento de su carrera. En contraste, está el penoso show de Led Zepellin en Filadelfia, con Jimmy Page dopado hasta la última cuerda de su guitarra.
Live Aid se recordará siempre como el festival de la esperanza, donde Phil Collins participó en ambos eventos (tomó un concorde de UK a USA), en el que Freddy Mercury se quiso ligar a Bono y, con los 125 millones de dólares reunidos, se sintió cercana la utopía del "sí se puede". El organizador en jefe, Bob Geldof, fue elevado a la categoría de santón del rock and roll y hubo hasta quien lo propuso para el Nobel de la Paz.
Nadie sabe para quién trabaja
Seis meses después de la heroica jornada, cuando los elogios por el festival aún retumbaban en los egos de la organización, Bob Guccione Jr, fundador de la prestigiada revista Spin, se enteró que en Etiopía había una guerra civil de la que poco se sabía. El director recordó la foto de su tocayo Geldof entregando el cheque de lo recaudado al etíope Mangistu Haile Mariam (que como presidente del Consejo Militar Provisional y apoyado por Cuba y la URSS, pensaba instalar un régimen comunista en Etiopía) y entonces encargó a otro Bob, el reportero Keating, que investigara cuál había sido el origen de los fondos de Live Aid.
El periodista descubrió que parte de lo donado se estaban usando para comprarle armas a los rusos y que eso le permitía al líder de la junta militar aplastar a quienes buscaban independizarse en Eritrea. De pronto, Etiopía, el tercer país más pobre del mundo, tenía el ejército más grande, el mejor equipado de África.
Spin descubrió también que organismos de socorro en la zona de conflicto advirtieron a Geldof de que Mengistu realizaba matanzas sobre seres indefensos. Médicos Sin Fronteras pidió al mismo Geldof no soltar la lana hasta que existieran las infraestructuras que garantizaran el abasto, pero el también actor ya no quiso esperar. Lapidaria ahora su sentencia de entonces: "Voy a darle la mano al diablo a mi izquierda y a mi derecha, para llegar a quienes tienen el propósito de ayudar".
Bob Geldof se negó entonces (lo sigue haciendo a la fecha) a responder a Spin, que en julio de 1986, a un año del festivalazo, soltó la bomba del uso fraudulento del dinero donado. En el texto, el cantante de los Boomtown Rats es tachado de ingenuo, arrogante y cómplice involuntario de una matanza.
Tras del reportaje, Spin fue calificada como un medio sensacionalista en busca de rating. El trabajo de los Bobs fue desdeñado y los anunciantes de la industria musical les retiraron el apoyo. Con el tiempo la percepción ha ido cambiando a partir de que comenzó a fluir más información que reflejaba la realidad etíope: la hambruna provocada por años de sequías, la negativa internacional de ayudar a un país comunista, un mandatario en guerra civil y el show business sin poder resolver uno de sus grandes e históricos dilemas. Por otro lado, parece exagerado exigir a los rockeros que también realizaran chambas de administradores. El festival, en ese sentido, fue un parteaguas, un aprendizaje y modelo para posteriores y más exitosas ayudas; y ahí tenemos a Bono como ejemplo.
En México, por cierto, Live Aid se pudo ver por el entonces novedoso canal MTV. En televisión abierta en Canal 5 improvisaron un especial conducido por Víctor Manuel Luján, Federico Lira y Juan José Guajardo, que soltaba flashazos con lo mejor del día.