En algún momento de la vida todos hemos sufrido de ansiedad o pánico, ya sea por estrés, presión o por un susto. Esta es una de las emociones que expresa incertidumbre, insdeguridad y amenaza.
Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), explica que esto es provocado por escenarios vitales de crisis que nos llevan a un estado negativo, pero hasta cierto punto esto es normal. El problema viene cuando se convierte se manifiesta en un grado intenso y es constante, lo que lo convierte en una patología.
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Para no llegar a este punto, Cano Vindel, recomienda:
Reinterpretar el problema
En este caso el individuo anticipa una consecuencia negativa, por lo que se debe interpretar la amenaza de forma menos grave, hay que ser realistas para no magnificar la situación y cuestionarse: “¿realmente sería tan grave?”. Esta es una manera de comenzar la batalla.
Desviar la atención del problema
Dentro del análisis, se indica que la persona debe aprender a relajarse, a no centrar su atención todo el tiempo en el problema. Debe descansar y guardar recursos cuando no se puede hacer nada. Alguna forma de distracción es una ayuda.
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Visualizar el problema como un desafío, no como una amenaza
El experto aconseja interpretar las dificultades como un desafío, en vez de como una amenaza, permitiendo así a la persona afrontar la situación con motivación y no con preocupación.
Qué hacer ante un ataque de ansiedad o pánico
Cuando una persona sufre un ataque de pánico junto a ti, hay que tranquilizarse y transmitirle la sensación de que no hay peligro, cambiarle el foco de su atención y ayudarla a respirar más lentamente.
AG