A 39 años de su creación, el gobierno federal relanzó el pasado 1 de febrero, con bombo y platillo, la campaña “Hecho en México”, mediante la cual busca impulsar el consumo de los productos elaborados por manos mexicanas de empresas nacionales e internacionales.
Esta iniciativa, que tiene como objetivo fundamental fortalecer el mercado interno ante los desafíos que plantea la administración de Donald Trump en Estados Unidos (EU), encontró eco entre la cúpula del sector privado, principalmente en la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin). Sin embargo, algunos empresarios la califican de proteccionista, mientras que especialistas piden entablar una estrategia integral para obtener mejores resultados.
“Actualmente 3,700 productos utilizan el distintivo ‘Hecho en México’, el cual nació en 1978”, dice Alberto Esteban Marina, director general de Normas de la Secretaría de Economía, quien espera que en los próximos seis meses se incorporen miles de productos elaborados en el país por empresas nacionales y no nacionales, “porque todas generan empleos e ingresos para la economía nacional”.
De acuerdo con el funcionario, esta iniciativa, además de incentivar la demanda interna, busca proteger los empleos existentes y fortalecer las cadenas de producción nacional.
Sin embargo, José Luis de la Cruz Gallegos, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), asegura que para ver resultados realmente favorables, “‘Hecho en México’ debe ir más allá de poner el distintivo en los productos que se comercializan en el país”.
En su opinión, incentivar la demanda local con programas como el que presentó el presidente Enrique Peña Nieto, es una de las pocas herramientas con las que cuenta el país, en el corto plazo, para mantener el flujo económico.
“Al final del día, es en el mercado interno donde se pueden tomar medidas directas y concretas, considerando que el sector externo, en este momento, representa incertidumbre. Además, si bien es viable y necesario diversificar los tratados comerciales, esto no es posible en el corto plazo”, dice.
No obstante, De la Cruz considera que para obtener los mejores resultados se debe establecer una instrumentación correcta: el gobierno debe poner el ejemplo con la compra de mayor proveeduría nacional, además de que se deben vincular a las empresas entre sí y con el consumidor final.
“En suma, se requiere un proyecto de encadenamiento de empresas privadas, gobierno y el consumidor, encaminado a sustituir importaciones, solo así habrá resultados palpables”.
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Esteban Marina asegura que el gobierno federal y la Iniciativa Privada sí están en un proceso de integración mayor. Sin embargo, afirma que la campaña “Hecho en México” no busca sustituir importaciones en el largo plazo y que no está directamente asociada a que el gobierno federal compre mayor proveeduría nacional, eso -dice- está en función de las normas y tratados comerciales.
“El objetivo es que la gente compre lo hecho en México, que adquiera productos de calidad y a buen precio”, dice el representante de la Secretaría de Economía.
Pocas acciones, grandes resultados
Sustituir importaciones por proveeduría nacional, “aunque sea un poco”, dejaría grandes beneficios, dice de la Cruz.
Anualmente, explica, se importan bienes y servicios por 400,000 millones de dólares (mdd), si solo se sustituyera 5% de ese monto, es decir, 20,000 mdd, la economía mexicana podría avanzar 1.5 puntos adicionales, con lo cual el Producto Interno Bruto (PIB) crecería cerca de 3.5% (en 2016 la economía avanzó 2.2%), además de que se generarían entre 400,000 y 500,000 empleos.
“El programa no tiene que ser demasiado ambicioso, además de que los resultados se podrían ver desde este mismo año”, añade.
De la Cruz agrega que también debe haber un cambio en la política de gasto, principalmente en su ejercicio: se deben liberar los recursos desde ya para poner en marcha programas y proyectos que estén en puerta, particularmente en sectores como el de infraestructura, ya que, por lo general, la mayor parte del dinero fluye a partir del segundo semestre.
“Hecho en México es una buena iniciativa, que puede ser exitosa si va acompañada de una política económica de desarrollo y de gasto público, así como un reforzamiento de la proveeduría nacional y la banca de desarrollo”, considera.
¿Proteccionismo mata proteccionismo?
Sin embargo, la iniciativa del gobierno federal no encontró eco en todo el sector privado. La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec) considera que esta es una medida “tan proteccionista como lo que hace Trump”.
Cuauhtémoc Rivera, dirigente de la organización, que agrupa a cerca de 50,000 tiendas de abarrotes y misceláneas del país, dice que ante la política proteccionista que pretende establecer el presidente de EU con México con la construcción del muro fronterizo y el impuesto de 20% a las importaciones nacionales, se necesita una mente abierta, de solidaridad y que permita mantener aliados comerciales, por lo que cerrar las puertas con medidas como “consuma lo hecho en México”, está lejos de ser una solución al escenario adverso que se vislumbra.
La Anpec destaca que México sí tiene productos de calidad y una riqueza innegable, no obstante, con la campaña federal estamos cayendo en el mismo error de EU, asumiendo una postura proteccionista “que no considera todas las batallas ganadas por México para convertirnos en parte de un mercado global”.
“Evitemos caer en una actitud proteccionista, defendamos nuestra calidad de consumidores globales y exijamos al gobierno que trabaje para darle al país la estabilidad política necesaria”, dice el representante de los abarroteros.
Al respecto, el titular de Normas de la Secretaría de Economía niega que se busque defender de las medidas proteccionistas de Trump con otra iniciativa semejante, el objetivo, reitera, es que la población identifique los productos hechos en el país, “productos de calidad y buen precio; finalmente, él consumidor es quien tiene la última palabra y quien decide qué, cómo y dónde comprar”.