En Ciudad de México, Morena va a arrasar, ganará la Jefatura de Gobierno, la mayoría de las alcaldías y del Congreso local. Las razones, todos las saben. Primera: Andrés Manuel López Obrador tiene en Ciudad de México su principal asiento electoral; la segunda: los buenos candidatos de Morena, y la tercera, y muy importante: el cochinero en que se convirtió el PRD y su gobierno capitalino.
Solo me voy a referir a la tercera causa. En 1997, el PRD, entonces el más grande de los partidos de la izquierda mexicana, ganó democráticamente el Distrito Federal. Cuauhtémoc Cárdenas atrajo el voto de sus habitantes y la ciudadanía de la capital se presentó como una de pensamiento progresista, que vio al PRD como el partido opositor limpio que contrastaba con el PRI y el PAN.
Siguieron dos gobiernos exitosos, claramente de izquierda, el de López Obrador y el de Marcelo Ebrard. No obstante lo anterior, en la vida interna del PRD capitalino sus corrientes fueron convirtiéndose en grupos clientelares y de presión que, inclusive, llegaron a la comisión de delitos y se volvieron los beneficiarios del ejercicio de los gobiernos central y delegacionales.
A partir de la administración de Marcelo Ebrard, su gobierno fue el que ganó las elecciones y no las corrientes internas, que se repartieron las candidaturas, provocando la vulgarización de la política del PRD. La cúspide de esta situación la encontramos en estos últimos seis años, cuando el gobierno de Miguel Ángel Mancera se convirtió en aliado público de Peña Nieto, gobierno sin identificación ideológica que acabó de cola del PAN y de cola de la derecha, donde personas específicas se volvieron verdaderos caciques de las delegaciones. El gobierno central les permitió la formación de auténticas bandas de golpeadores y extorsionadores.
La ciudadanía ya se hartó de los gobiernos del PRD y, ante ello, éstos reaccionan con violencia, como ha sido el caso de los hechos ocurridos en Coyoacán, cuando golpeadores al servicio de la delegación atacaron a tres reuniones de Claudia Sheinbaum.
A Miguel Ángel Mancera le digo que en estos hechos violentos puede ocurrir una desgracia, que asuma su carácter de jefe de Gobierno y garantice el libre derecho de reunión y expresión, no sea que salga de su gobierno con las manos manchadas de sangre.
A Alejandra Barrales, una de las grandes beneficiarias de aquello en lo que se convirtió el PRD, que no publique en Twitter posiciones cínicas, hablando de montajes, porque además se me hace que ahora sí Mancera la va a soltar por Chertorivski, dicen que por desleal.
Hay que competir serenos y con un comportamiento responsable, dejar que los electores decidan libremente y desechar totalmente la violencia política. En Ciudad de México, el PRD quiere aferrarse al poder a cualquier costo, incluyendo la violencia, saben que están de salida, saben que están desahuciados.
*Senador de la República
Twitter: @MBarbosaMX