Llamo palíndromos emblemáticos a los que fluyen de modo tan natural, tan espontáneo, que el lector no malicia en un primer acercamiento que se trata de frases bi-legibles, de frases que entrañan el mismo sentido y que se leen de izquierda a derecha y viceversa.
Jaime Muñoz Vargas les llama palíndromos aerodinámicos y poseen justo la característica que ya dije. Acaso uno de los más redondos sea “Efímero lloré mi fe”, pero en este artículo me detendré en sólo cuatro.
El primero es de Gabriel Brusi Puig y pertenece a la familia de los llamados “palíndromos del gol”: “Logré ver gol”, gran palíndromo sin duda. El autor del segundo es del fino palindromista Ramón Giné Farré y es éste: “Isaac no ronca así”, la dificultad estriba en la doble a del nombre propio Isaac.
También de preciosa hechura esta joyita verbal. El tercero es de Julio Moctezuma y es éste:
“Amo la pacífica paloma”. Se trata de una feliz prolongación del retrógrado “Amo la paloma”.
Además, como el emblemático y celebérrimo “Anita lava la tina”, se trata ni más ni menos que de un palíndromo infinito.
En efecto: podemos prolongar la frase hasta alcanzar el tamaño que deseamos: “Amo la pacífica, pacífica, pacífica, pacífica paloma”. Cierro con el cuarto de José María Platero Cardenal, un palindromista como la copa de un pino:
“Ella te dará detalle”.
Es una elongación del sencillo “Ella te da detalle”. Tengo para mí que los mejores palíndromos son éstos: los emblemáticos o aerodinámicos.
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