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TLCAN: el acuerdo que se descose

La buena relación bilateral se desmorona ante el deseo del presidente Donald Trump de poner impuestos a las importaciones mexicanas y construir el muro.

Donald Trump amenaza con dar el disparo de salida a una guerra comercial con México que podría destruir una relación que vale un millón de dólares por minuto.

Las maniobras incluyen hablar unilateralmente de un impuesto de 20% sobre las importaciones mexicanas, humillar a México al firmar una orden ejecutiva para iniciar la construcción de un muro fronterizo mientras sus secretarios estaban en Washington y decirle a Enrique Peña Nieto que no tenía caso realizar la cumbre a menos que estuviera de acuerdo con pagar por la barrera.

Las relaciones entre los vecinos son las más tensas de las últimas cuatro décadas. El premio Nobel de Economía, Paul Krugman, tuiteó la semana pasada que el equipo de Trump actúa como si fueran “niños malcriados que juegan con armas cargadas”.

La disputa amenaza el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre Estados Unidos (EU), México y Canadá. Pero lo que está en juego es una relación bilateral de 580,000 millones de dólares (mdd) y millones de puestos de trabajo en ambos lados de la frontera, producto de casi un cuarto de siglo de libre comercio. “Todos los supuestos sobre la relación están en juego”, dice Duncan Wood, director del Instituto México del Centro Wilson en Washington. “No podemos asumir que las cosas quedarán igual o que la integración será más profunda. Existe un riesgo de que las cosas se deterioren rápidamente”.


Historias de la frontera

Es difícil cuantificar el daño que puede haber para México si se acabara el TLCAN. El primer año del Tratado fue de crisis ascendente para México. Los rebeldes zapatistas declararon la guerra al Estado; dos prominentes políticos mexicanos fueron asesinados y estalló una devastadora crisis monetaria que amenazó con llevar a México al impago.

Podría haber sido una crisis exclusivamente mexicana si los países no hubieran atado sus vagones a una profunda y amplia integración comercial. “Este es un desafío estadounidense”, declaró el presidente Bill Clinton, quien se apresuró a dar un rescate de 20,000 mdd a principios de 1995. “El sustento de miles y miles de nuestros trabajadores depende de un fuerte crecimiento de las exportaciones a México”.

Dos décadas después el comercio se disparó. Los flujos comerciales entre los tres socios llegaron a ser de 1,100 mdd de enero a noviembre de 2016, de acuerdo con los datos que recopiló la compañía de análisis Panjiva. El valor del comercio estadounidense de bienes con Canadá y México vale casi el doble que su comercio con China, incluso después de la inundación de importaciones baratas chinas en los últimos años. Vale casi 10 veces más que el comercio entre EU y el Reino Unido.

Pero Trump fue contra el TLCAN durante la campaña electoral, lo culpa del desempleo en EU, especialmente en los estados industriales del rust-belt. Las comunidades de trabajadores supuestamente afectadas le pagaron con su voto.

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Wilbur Ross, nominado para ser el secretario de Comercio, dijo que el salario mínimo de México será un “tema muy serio en la conversación”. Agregó: “Uno de los propósitos originales del TLCAN fue reducir la diferencia de los salarios ajustados entre los dos países. No funcionó de esa manera”.

Los salarios en la industria automotriz son casi seis veces menores al sur del Río Bravo, algo que permite una división de mano de obra entre los socios del TLCAN dentro de las cadenas integradas de suministro. Los componentes como los cinturones de seguridad y las bolsas de aire cruzan la frontera más concurrida del mundo varias veces a medida que se transforman en producto terminado. México exporta 80% de sus productos a EU, pero esas exportaciones contienen 40% de contenido estadounidense.

El nylon mexicano para los cinturones de seguridad se exporta a Canadá para tejer y teñir y se regresa a México para cortar, coser e instalar en los vehículos que se exportan. Las bolsas de aire se cosen en México, pero se prueban en EU. Trump ejerció presión en los fabricantes desde su elección, por medio de tuits y amenazas de impuestos, para que no muevan su producción al sur.



El tiempo se acaba

A pesar de los 5 millones de empleos estadounidenses que dependen del comercio con México, en industrias que van desde las autopartes hasta los productos lácteos, las relaciones bilaterales van más allá del aspecto comercial.

Por eso Peña Nieto amenaza con poner todo sobre la mesa, más si Trump decide retirar a EU del TLCAN o buscar una renegociación que México considere inaceptable.

México cuida la espalda de EU en cuestión de seguridad a través del intercambio de información de inteligencia. También es un filtro para los migrantes de Centroamérica. Más de 43,000 familias y 18,000 niños sin la compañía de un adulto procedentes de El Salvador, Guatemala y Honduras, fueron detenidos en la frontera de México y EU en el último trimestre de 2016.

Sin embargo, es el déficit comercial de 60,000 mdd que tiene EU con México lo que considera Trump como una injusticia insoportable. “México nos hizo ver como unos tontos”, dijo Trump la semana pasada.

“El déficit de EU es de 700,000 mdd. México es 8% de eso”, dice Sergio Gómez Lora, exmiembro del equipo de negociación del TLCAN de México. “Este déficit permite que EU sea más competitivo”.

Nadie depende más del resultado que Peña Nieto, cuyos niveles de aprobación se encuentran en caída libre en medio de escándalos de corrupción, la desaceleración de la economía y el aumento de la violencia. El peso cayó 13.5% frente al dólar desde las elecciones en EU. El incremento de 20% en los precios de la gasolina ayudó a disparar la inflación a un máximo de 18 años este mes, con lo que su índice de aprobación cayó a 12% en medio de una ola de protestas.

Peña Nieto tiene que mostrar una capacidad para pensar rápido que no se ha visto en su gobierno. Las elecciones presidenciales, que al parecer se inclinan para que Andrés Manuel López Obrador gane, se llevarán a cabo en julio de 2018.

“Para México, las presiones económicas y la realidad política son graves”, dice Antonio Ortíz, exdiplomático mexicano y parte del equipo de negociación del TLCAN. “Peña Nieto básicamente tiene un año”.

La decisión de Peña Nieto de desechar el viaje a la Casa Blanca frente a los ataques de su contraparte galvanizó el apoyo a su alrededor. Pero no puede envolverse solo en la bandera y decir que México se alejará en lugar de aceptar un mal acuerdo, necesita una amenaza creíble. Eso puede llegar en la forma de parar la cooperación contra el narcotráfico, de seguridad y de inmigración o incluso revocar las visas de los empleados federales de EU en México.

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“No es que México desaparezca si nosotros lo aislamos”, dice Beto O’Rourke, congresista demócrata de la ciudad fronteriza de El Paso, Texas, donde uno de cada cuatro trabajos depende del comercio con México. “En el mejor de los casos, lo enviamos a los brazos de otros socios comerciales. En el peor, desatamos una crisis desestabilizadora. Realmente tendremos un problema si la economía de México se colapsa”.

Existe el riesgo de revivir el flujo de migrantes mexicanos que disminuyó a menos de 900,000 en 2009-14 en comparación con casi tres millones en 1995-2000 y desatar el crimen y la inseguridad en la puerta de EU. Pero jugar rudo puede llevar a Trump a fijar la mira en el flujo anual de remesas de 26,000 mdd hacia México.


Maniobra presidencial

Trump todavía no pone el TLCAN en la mesa de negociación, pero entre sus quejas están las reglas que rigen la cantidad de producto que se hace dentro de la frontera del TLCAN para calificar como libre de aranceles.

Las llamadas reglas de origen fueron un punto de discusión para México y partes de la industria automotriz estadounidense en las negociaciones para la Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) entre 12 naciones, tratado del que Trump ya retiró a EU. Pero ya que EU y Japón intimidaron a México para que aceptara un umbral más débil, el tema es conocido para los negociadores de ambas partes.

Algunos en México y en EU también ven un atajo para renegociar el TLCAN en otros aspectos del TPP, como sus capítulos de comercio electrónico, mano de obra y medio ambiente.

Una posible clave para este embrollo es el plan de los republicanos de una reforma fiscal, de la que se extrae la idea de un arancel de 20% sobre las importaciones. Trump amenazó con aplicar un arancel de 35% a las empresas que tengan operaciones en México. Pero los republicanos en el Congreso lo instan para que adopte su plan en una reforma fiscal amplia.

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Donald Trump no es el primer presidente de EU que quiere una renegociación del TLCAN, también Barack Obama y Bill Clinton lo hicieron. Pocos en México y Canadá quieren salir. Hay muchos en la comunidad empresarial de EU que tampoco lo desean.

Y México puede tener la tarjeta ganadora. “México no debe preocuparse mucho”, dice Larry Rubin, jefe de la American Society of México. “Como admite Trump, los negociadores mexicanos son muy buenos”.


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