En el largo plazo, como ha escrito Paul Krugman, el Premio Nobel de Economía, la productividad lo es casi todo. Pero, ¿qué impulsa la productividad? La respuesta está en el know-how (saber cómo hacerlo, el conocimiento).
Gracias a que la humanidad descubrió, desarrolló, desplegó y difundió el conocimiento útil, una proporción siempre creciente de la población en el mundo puede escapar de las vidas “pobres, desagradables, toscas, y cortas” de nuestros ancestros, como describió de forma muy concisa el filósofo Thomas Hobbes en el siglo XVII.
El conocimiento es también algo paradójico. Es más productivo cuando está disponible libremente. Pero, el incentivo para crearlo depende de la capacidad de restringir su uso. La primera consideración justifica la diseminación.
La segunda justifica el control. Entonces, ¿cómo funciona ese equilibrio?
La edición más reciente del Panorama Económico Mundial ofrece un capítulo esclarecedor sobre cómo la globalización ayuda a difundir el conocimiento útil. Este análisis arroja luz sobre el panorama contemporáneo de la innovación, sobre la difusión actual del conocimiento, sobre lo que ocurre con la productividad, sobre el papel de las cadenas de valor globales, y el impacto de la competencia en la creación y el uso del conocimiento.
Algunas conclusiones...
Quizá, la conclusión más significativa sea sobre el cambio en la ubicación de la innovación.
Si esto se mide por lo que se llama “familias de patentes”, es decir, patentes presentadas en más de una jurisdicción (una medida de la importancia de las patentes), Estados Unidos (EU), Japón y las tres grandes economías europeas (Alemania, Francia y Reino Unido) todavía son las que dominan.
Sin embargo, China ocupa el segundo lugar en términos de gasto en investigación y desarrollo, solo un poco detrás de EU. Además, en las reservas totales de patentes, China ya se encuentra por delante del Reino Unido. Lo que sorprende es que la tasa anual de patentes se encuentra estancada en las cinco grandes economías avanzadas, mientras que se dispara en el mundo emergente, sobre todo, en China.
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La desaceleración en las patentes y, en menor medida, el gasto en investigación y desarrollo en los países de altos ingresos son paralelos a la desaceleración de la productividad. Hay mucho debate sobre las causas de esta última. Algunos argumentan que lo segundo se va a revertir de forma natural. Otros sugieren que el flujo de buenas nuevas ideas se desacelera en la frontera de la productividad por razones más básicas: simplemente es más difícil hacer grandes avances.
Mientras tanto, las economías emergentes se benefician al aplicar ideas ya desarrolladas dentro de sus propias economías. Así es como funcionó la difusión del crecimiento económico desde la revolución industrial (de hecho, desde antes).
La globalización, al parecer, aceleró el nivel de difusión al reducir los obstáculos. Esto ocurrió a través de la Inversión Extranjera Directa (IED) y mediante la separación de la producción a través de cadenas de valor globales.
[OBJECT]El acceso al know-how extranjero fertiliza la invención: por tanto, cuanto mayor es el flujo de conocimiento, más fuerte se vuelve el nivel nacional de patentes. Esto no solo es cierto para los países emergentes, también lo es para aquellos en la frontera del conocimiento.
El acceso al conocimiento extranjero también promueve la productividad, como uno esperaría. No debe sorprender que este efecto sea en particular importante para las economías emergentes. Sin embargo, desafortunadamente, el crecimiento de la productividad laboral se desaceleró en casi todas partes desde 2004. La razón, tal vez, haya sido la crisis financiera mundial.
Otra conclusión que es importante en este análisis, es que una mayor competencia —uno de los beneficios de la globalización económica— acelera la difusión de la tecnología entre los países e incluso la tasa de innovación en sí misma.
Una posible explicación para esto último sería que el acceso a un mercado global más grande aumenta el rendimiento de la innovación.
¿Qué nos dicen estos hallazgos sobre el estado de la economía del conocimiento global y las políticas apropiadas para ello? La conclusión más importante es que la difusión global del conocimiento es un beneficio importante de la globalización. Con el tiempo, agrega nuevos contribuyentes significativos al desarrollo de conocimiento útil. La suma de cientos de millones de mentes debe ser algo bueno para todos.
En la actualidad este es el caso de China, como fue, en su momento, la entrada de Japón y Corea del Sur en el negocio de la creación de nuevos conocimientos.
Desafortunadamente, lo que ocurre en la actualidad no es solo la entrada de nuevos innovadores, sino una aparente desaceleración en la tasa de crecimiento de la innovación y la productividad en los países avanzados. Esta es una razón más por la cual sus electores, los líderes empresariales y los políticos se encuentran cada vez más a la defensiva.
No obstante, si existe una lección de dos siglos de crecimiento económico sin precedentes, es que al final, el conocimiento antiguo se convierte en una materia prima ampliamente disponible.
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La tarea más importante para los países avanzados es crear nuevas ideas útiles. De eso dependerá su futuro. Pero lograr esto requerirá no solo de derechos de propiedad intelectual bien diseñados, sino también del apoyo del gobierno a la ciencia fundamental y las tecnologías innovadoras. Un ejemplo fue el caso de internet hace algunas décadas.
El papel de la globalización
Un aspecto importante de la globalización del conocimiento útil es la relación que tiene el Occidente con China.
Una de las tragedias del enfoque desordenado de la administración de Donald Trump a la política comercial —no dejar a ningún amigo sin ser un blanco, generalmente sin una buena razón— es que alienó a posibles aliados en su intento de frenar la transferencia forzosa de know-how por parte de China. Sin embargo, incluso las autoridades chinas entienden que el futuro de su economía depende de los incentivos para desarrollar y diseminar nueva propiedad intelectual. EU debería lograr fácilmente sus objetivos.
No se trata solo de proteger la propiedad intelectual. Se trata de reconocer que esta puede ser un obstáculo para la competencia. Además, se trata de enfocarse en el futuro. Un mundo en el que la innovación se comparte de manera amplia, sin fronteras, es inevitable y deseable. Este es un futuro que deberíamos querer. El antiguo monopolio se fue. ¡Qué bueno!