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‘Signos junto al camino’, la obra esencial de Ivo Andric

Traducida por Dubravka Suznjevic, termina siendo un acompañamiento de los fantasmas y obsesiones que vivieron al lado del escritor serbio.

Hay quienes consideran a Ivo Andric un escritor un tanto olvidado, de esos autores a los que ya nadie lee, pero Claudio Magris lo tiene como una referencia constante, como cuando se le anunció como el ganador del Premio Fil Literatura en Lenguas Romances, en 2015: “Llega en un momento de mi vida que, como dice Ivo Andric, no solo busco mirar las cosas, sino qué hay detrás de ellas”.

“Hay una frase muy bella de Ivo Andric, escritor serbio yugoslavo, cuando dice que llega el momento en el cual más que mirar las cosas se mira la sombra que dejan las cosas, es eso”, dijo en alguna entrevista el escritor italiano, lo que de alguna refleja la importancia que tiene la vida y la obra de Andric en la perspectiva contemporánea.

En ese contexto, la Editorial Sexto Piso recupera un libro que se convierte en un primer acercamiento a quien obtuviera el Premio Nobel de Literatura: Signos junto al camino, que cuenta con un prólogo de Goran Petrovic, quien define de la mejor manera los escritos que se reúnen en el volumen:

Son a la vez anotaciones y apuntes de diario, son insomnio y vigilia, son textos tanto para escritores como para lectores, son también un inventario de pesadillas y un conjunto de historias cotidianas, son el inicio de una novela ‘total’ y un poema solitario que infunde aliento y a veces, en regocijo, uno deja escapar por sus labios”, anota Petrovic como una manera de introducir a la complejidad de una obra, como de una vida.

La vida y la identidad

Ivo Andric nació en Travnik (Bosnia —en aquel entonces parte del imperio austrohúngaro—), en 1892, en una familia croata católica. Durante sus años mozos se convirtió en militante del movimiento revolucionario Joven Bosnia; incluso llegó a ser encarcelado por los austriacos tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo.

Andric se considerada un balcánico e integrador: la investigadora Mercedes Monmany lo considerada como “el europeísta del futuro que hablaba ocho lenguas europeas, (quien) finalmente se declaró serbio de elección y se instaló a vivir en Belgrado”.

“Una decisión que le marcaría de por vida en una zona de sensibilidades encendidas y de doctrinas excluyentes, y que aún hoy muchos no saben separar de la grandeza universal que significa el conjunto de su obra”, escribe Monmany en la revista Letras Libres.

Cuando se le otorgó el Nobel de Literatura, en 1961, hubo quien aseguró que se le había otorgado “porque Josip Tito lo cobijaba bajo su ala protectora de Estado unificado a la fuerza”, si bien el escritor aprovechó las circunstancias para poder recorrer las grandes capitales europeas: Roma, Bucarest, Viena, Madrid, París, Berna, y en Berlín.

Autor de novelas como La crónica de Travnik, La joven dama y Un puente sobre el Drina, en las que narra la vida, costumbres y hazañas de su Bosnia natal y de sus habitantes; incluso el comité del Nobel habló sobre todo de “la fuerza épica con la que describió los destinos humanos afectados por la Historia de su país”.

¿Dónde estoy?

Para Claudio Magris, “Andric, que hunde sus raíces como narrador en una coralidad épica, está impregnado por el sentimiento de que la vida no se extravía en el tiempo, sino que se salva en la construcción duradera de la humanidad”.

Signos junto al camino, el volumen que trae al español Sexto Piso con una traducción de Dubravka Suznjevic, termina siendo un recorrido o un acompañamiento a los fantasmas y las obsesiones que vivieron al lado de Ivo Andric“.

Desde la lectura de Goran Petrovic, los Signos junto al camino termina por escribirse a partir de pregunta: ¿Dónde estoy?

Un hombre que no se hace esa pregunta, que siempre sabe con certeza dónde está, cuánto hay desde el ‘aquí y ahora’ hasta el ‘allá y más allá’, es un hombre perdido, determinado por su imprudencia o soberbia. Es un hombre determinado por accesorios técnicos, sistemas de medición, estructuras sociales… pero no por sí mismo. Aunque suene paradójico, ese punto en el que está cada hombre es el camino”.

Todavía hace unos años, tres décadas después de su muerte —falleció en marzo de 1975— Andric debía afrontar lecturas más políticas que literarias, en gran parte por una situación que Claudio Magris ha escrito en distintas ocasiones: “Andric ha convertido Bosnia en uno de los escenarios de los que la literatura universal ya no podrá prescindir”.

Lee aquí el primer capítulo del libro

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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