Ciudad de México /
Es ridículo y vergonzoso que se permita a Jaime Rodríguez Calderón participar en la elección presidencial después que se comprobó que hizo trampa. Da la impresión de que los órganos electorales actúan políticamente para beneficiar a un partido que va en tercer lugar. "Sigamos siendo un país donde hacer trampa se vale", advierte el columnista de Milenio. Escucha aquí sus comentarios.