La irrupción masiva de las mujeres en el mercado laboral no ha correspondido con una menor carga de trabajo en el hogar o una redistribución de los roles tradicionales de género. De hecho, se ha reforzado la doble jornada femenina. La participación de las mujeres en el mercado laboral disminuye a medida que aumenta su número de hijos, reduciendo igualmente sus posibilidades de un mejor ingreso y ascensos. Evidentemente el tema de clase cruza esta discusión, pues en tanto más bajo el nivel socioeconómico, mayor es la carga para las mujeres: “entre las familias de doble proveedor, las mujeres pobres destinan diez horas semanales más al trabajo doméstico que las no pobres, en tanto, los hombres pobres destinan a esas mismas tareas dos horas menos que los no pobres”.
JOS