La aversión al conflicto, el individualismo exacerbado y centrado en el núcleo familiar, la incapacidad de iniciar y la renuencia a participar en cualquier acción colectiva, la obsesión con la historia y el pasado y con el formalismo juridicista, el desprecio por las obligaciones inevitables del Estado de derecho, representan características lógicas del México del siglo XIX y XX, no de mediados del XXI. Más aún, se erigen desde ahora —y ni hablemos del 2058— en inmensos obstáculos ante la imperiosa necesidad de extender los beneficios de la clase media a los mexicanos que hoy carecen de ellos.
La plenitud
No hay manera de realizar el enorme potencial del país sin cambiar la mentalidad de sus habitantes; sin que todo aquello que lo volvió priista durante casi un siglo desaparezca.
Ciudad de México /