A unos metros del cruce fronterizo, en la puerta de San Ysidro, se escucha un spot del panista Ricardo Anaya afirmando que de llegar a la Presidencia no pagará un solo centavo del muro, mientras decenas de mexicanos esperan por más de cinco horas, cruzar a Estados Unidos para trabajar en hoteles, restaurantes, fábricas, jardines, para ganar alrededor de seis dólares la hora, de los cuales tienen que apartar cinco billetes verdes para pagarle a un coyote que les ofrece evitarse la kilométrica fila para llegar a suelo estadunidense.
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Un espectacular con la imagen del aspirante presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador, da la bienvenida a los hombres y mujeres que han sido deportados a donde "empieza la patria".
Entre los automóviles formados para cruzar la garita, un hombre ofrece sarapes de color amarillo y una imagen de la Virgen de Guadalupe. A unos pasos, llegan con prisa y cara de angustia los mexicanos que buscan cruzar a Estados Unidos para trabajar un par de horas.
Todos los días, Juana invierte alrededor de cinco horas para cruzar por el paso peatonal ubicado a un costado de la garita de San Ysidrio. La fila de automóviles que buscan "pasar al otro lado" es interminable. Ella se muestra apática de la política, como muchos mexicanos que a diario caminan por ese lugar lleno de coyotes e indigentes.
"Uno se viene por los sueldos, acá trabajas dos días y ganas más del doble que allá. Limpiando los cuartos de un hotel en Estados Unidos gano el doble o el triple que en México. Un profesional gana alrededor de 4 mil 500 pesos, acá los ganas en una semana, depende de las horas que trabajes", dijo a MILENIO la mujer, quien es madre de dos adolescentes.
Al estar en el bastión panista, Juana dice que sólo ha escuchado hablar de Ricardo Anaya, de la coalición Por México al Frente. Cuando se le menciona y señala el espectacular del político tabasqueño responde: "Andrés Manuel está loco". Del priista José Antonio Meade y los independientes Margarita Zavala y Jaime Rodríguez Calderón, no ha escuchado hablar.
Por cinco dólares, Juana podría evitar la larga fila que tiene que hacer debajo del sol y en una zona acordonada con tubos por la policía, aunque eso no garantiza el pase automático para vivir la pesadilla en que se ha convertido el sueño americano. Decenas de hombres ofrecen transporte para cruzar a San Diego.
"Hay muchos maltratos del otro lado. Son muchas horas las que pierdo, como cinco horas diarias de traslado. Los candidatos nos deberían poner atención también a los que trabajamos allá, sería más cómodo trabajar en nuestro país, pero con buenos salarios", dijo la mujer de 57 años.
Apáticos de la política nacional, pero más interesados en las acciones contra los migrantes, los tijuanenses, principalmente, buscan mayores recursos para llevar de comer a sus familias, pero temen a las reglas impuestas por la administración de Donald Trump.
Cuando se intentó preguntar a varios trabajadores que cruzarían la frontera sobre las propuestas de los candidatos presidenciales, prefirieron no hablar porque dijeron no saber del tema. Incluso, desconocen que en Tijuana se llevará a cabo el segundo debate presidencial organizado por el Instituto Nacional Electoral (INE).
A pesar de que Anaya visitó casi dos días Tijuana, y que esta entidad ha sido pisada por los aspirantes presidenciales, ninguno de los mexicanos enfilados para cruzar la frontera ha escuchado las propuestas de los cinco candidatos que se disputarán la Presidencia en las elecciones del 1 de julio.
