En las niñas y niños que son víctimas del delito de sustracción de menores se presenta una inestabilidad muy importante, sobre todo, en el tema de identidad, ya que se les obliga, de alguna manera, a mentir: a decir que se llaman diferente o negar cierta historia de donde fueron sustraídos, o inventar que el padre o madre abandonada murió.
Además, son menores que van creciendo con un problema de autoestima significativo que después puede derivar en problema de adicciones, alcoholismo, cuting, o llegar hasta el suicidio, según explicó Guillermo Rocha González, coordinador del departamento de atención a urgencias psicológicas de la Facultad de Psicología (FaPsi) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
Cabe señalar que de acuerdo con las estadísticas de la Fiscalía General de Justicia del Estado de Nuevo León, la sustracción de menores es el delito número 15 con más denuncias en la entidad en lo que va del año, con un total de mil 027.
En tanto que, muestra la autoridad, de enero del 2012 a julio del 2018, un lapso de 6 años y 7 meses, suman en Nuevo León 10 mil 047 denuncias por este delito, el cual mencionó el especialista de la FaPsi, provoca una reacción depresiva en los menores, y una tristeza y una apatía por hacer las cosas
“Pierden el interés y la motivación para realizar cosas, además presentan una dificultad para establecer relaciones adecuadas ya sea con niños u otros adultos”, comentó Rocha González.
Preciso mencionar que hace 10 años, según los datos oficiales, por este delito solo se tuvieron 384 denuncias en los primeros siete meses del año 2009.
Por otra parte, Rocha González destacó que tras ser víctimas de este delito aparecen los problemas de confianza en los menores, tanto hacia ellos mismos como a otras personas.
Y, dijo, llegan de manera constante las reacciones de ira o enojo, mismas que se pueden presentar con agresividad a los demás o hacia ellos mismos.
De acuerdo con la Fiscalía, durante este año se tiene un promedio mensual de 146.71 denuncias por sustracción de menores, siendo el mes de julio, con 167, el que suma más delitos de este tipo en el año; seguido de marzo (151), enero (149), abril (147), mayo (145), febrero (136), y junio (132).
Por último, para Guillermo Rocha González un problema grave que se presenta, en este delito en especial, es que dado el temor a ser descubiertos “hay una negación a que los menores reciban la atención profesional que necesitan”.