A paso lento camina Juan, un vendedor ambulante que de muy joven se dedicó a la sastrería en el centro de Tampico, trabajo que combinaba con la venta de frutas y dulces.
Hoy recorre las calles de la ciudad llevando alegría y recuerdos a la gente que creció entre membrillos, camotes y duquesas.
"Yo era sastre de muy joven, trabajaba en la sastrería París en los años donde había mucho trabajo, pero tenía mi negocio de dulces, un joven me ayudaba, fue más o menos en 1978 y me di de baja en el 88 porque me dieron seguro; el joven me preparaba la fruta y yo me iba a la sastrería ahí conocí a don Rubén Díaz de la Garza, un cliente muy frecuente y amable".
Don Juan cuenta con 62 años de edad, recorre las calles de la zona norte de Tampico y sur de Altamira ofreciendo dulces artesanales en un carrito hecho por el mismo donde reposa la vitrina que deja ver los tonos multicolores de los dulces de camote, guayaba, coco, membrillo, duquesas, palanquetas.
"Esto no es un gran negociazo que me dé mucho dinero pero sí me ha dado para poder sobrevivir, es un trabajo muy noble y digno. Entre la sastrería y la venta de dulces pudo sacar adelante a su familia, incluso pudo darle estudio a sus hijos. Ya mis tres hijos son señores le dí estudio al que quiso estudiar, yo nunca los forcé para que fueran lo que yo quisiera, cada uno forjó un camino, de hecho gracias a Dios todos me ayudaron a vender, ellos también sacaron de aquí sus gastos. Ser dulcero es un negocio noble que le da a ganar poquito dinero pero es seguro, el detalle es que nosotros siempre nos perjudica las inclemencias del tiempo, si llueve la gente no sale a la calle; ahorita cuando hace frío la gente si busca más el dulce de echo son cuatro meses los que trabajo el dulce, el resto del año es fruta, piña, sandía, melón, coco".
"Este negocio me ha dado la satisfacción de poder sobrevivir y tener para pagar el gas, la luz, el agua. ha sido difícil pues esto no es fácil sobre todo porque las cosas suben todos los días, hay gente que nos cuestiona que por qué está muy caro el dulce, incluso a veces tenemos que bajarle el precio yo se lo venda $20 y me dice oiga traigo 15, pues uno por no dejar el cliente toma los 15 y ya va mermando la ganancia".
Su fiel compañero, el carrito que impulsa con sus brazos, es un diseño propio.
"Este carrito es mi fiel compañero, yo lo diseñé y va conmigo a todas partes, antes lo forraba con lámina galvanizada, ya después lo empezamos a forrar con duela, de echo yo inicié con un carrito de madera de puras tablas".
No tiene una ruta establecida, afirma que hace años salía del mercado de Tampico, pasaba por los bares, la hormiga, hasta el selecto.
"Esa era mi ruta hace años, por la calle Héroes de Nacozari y Pedro J. Méndez, y ya desde 1990 me vine para acá para la zona norte de Tampico; yo vivo en la colonia Nuevo Tampico, desde ahí salgo, no sé cuánto camino pero sé que son varios kilómetros pero eso no importa porque hay gente que se para a platicar conmigo y hace que el día y la carga sea menos pesada".
Don Juan afirma que sus clientes son bien marcados pues a los jóvenes no les interesa comer este dulce y su gran potencial son las personas adultas sin embargo hay muchos que ya se cuidan por la cuestión de la diabetes
"Pero hay quienes les trae muchos recuerdos como quiera se llevan su dulcito ", culminó.

yc