Luis sabe que puede o no recibir un juguete en Navidad, pero no de Santa Claus, sino del Niño Dios, como ha sucedido algunas ocasiones a lo largo de sus apenas siete años de vida.
Pero no es prioridad para él, pues aunque le gusta jugar se dedica a apoyar a su familia, quienes venden verdura en tianguis de distintos municipios.
Originarios de Tezontepec, pero actualmente con residencia en Tlaxcoapan, los miembros de su familia se dedican a la vendimia de legumbres.
Van de tianguis en tianguis ofertando los productos del campo, para vivir al día.
Así es su vida y por ello no espera con ansias cada navidad, aunque sí se emociona cuando recibe algún obsequio, por menor que sea.
Va a la escuela, los días que puede, y a la hora que puede, brinda ayuda a su familia a acomodar la mercancía, y cuando puede va a vender con ellos.
Humildes, con un apego al campo, pues de eso han vivido durante toda su vida, los miembros de su familia Cornejo Sánchez no hicieron un gran festejo por la navidad, aunque no lo dejaron pasar.
Ese 24 salieron a vender a las calles, y luego, por la tarde se reunieron para cenar, algo sencillo, acorde a su presupuesto.
Vieron a sus familiares, quienes también se dedican al campo y al pastoreo.
Pollo y ponche, para conmemorar la festividad.
Delgado, moreno, y de pelo lacio, el menor cuenta que este año el Niño Dios le dejó una bolsa de dulces y un carrito de plástico.
Se alegra, sabe que se portó bien y eso fue lo que le permitió recibir su regalo.
Sabe que quizá sea el único de la temporada, pues en Día de Reyes no siempre corre con suerte.
Tiene muy pocos momentos para jugar, pues su tiempo se divide entre la escuela y las labores familiares.
En el patio de su casa a veces juega, a veces, cuando tiene tiempo, porque sus papás le piden que le eche ganas a la escuela.
Luis, el pequeño de 7 años, sonríe cuando se le pregunta si le gusta la escuela.
Sí –responde con una risa nerviosa-.
Le gusta, pero confiesa que también le gusta ayudar a sus papás, pues conoce muchos pueblos, a mucha gente, y ve cómo es el campo.
Dice que es un espacio que le gusta, le agrada ver a los animales pastar y a la gente trabajando en las milpas, en sus cultivos.
Le gusta mucho estar en el campo, porque, según cuenta, es un sitio que le da tranquilidad.
Ahí aprendió a jugar con cosas simples, a convertirlos en juguetes.Por eso, quizá no le ha afectado que no reciba juguetes el 24 de diciembre o en Día de Reyes. Poco sabe de los juguetes de moda, no es su prioridad, es feliz con cualquier objeto, y su familia lo sabe.
Por eso compran lo que está dentro de sus posibilidades; tratan de darle cada año un presente, por muy sencillo, pero saben que es algo que se merece, porque a su corta edad ha entendido la difícil situación económica que su familia enfrente, como muchas otras que viven al día.
Luis está contento, porque a pesar de que el dinero no abunda en su familia, este año están juntos luego de que sus hermanos mayores regresaron del norte del país, a donde se habían ido a trabajar.
Regresaron porque se acabó el trabajo, y ahora apoyarán a sus padres para sacar adelante el negocio que les ha dado de comer.
El pequeño Luis está feliz, sabe que sus hermanos estarán para ayudar a sus papás, y además porque lo consienten, por ser el más pequeño, y porque alberga la esperanza de que este año si tendrá obsequio de Reyes Magos, y a toda su familia nuevamente unida.
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