Juan Camilo Romero Valladares, conoce desde niño lo que quiere ser de grande y no ha tenido dudas. Mientras muchas personas a los 16 años todavía exploran qué camino tomar, él ha elegido el de ser barbero.
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De lunes a viernes, cuando el reloj está por marcar las doce del mediodía, el estudiante prepara su mochila con libretas, peines, tijeras, máquinas y otras herramientas para cortar el cabello. Sale de su casa, en la colonia Santa Elena del Moralillo, Veracruz y se dirige hacia Ciudad Madero.
A unos metros del CBTis 103, donde estudia el bachillerato, el asiento metálico de un aparato de ejercicio en un parque, se convierte en su silla de trabajo. Ahí corta el cabello a sus compañeros, con la misma dedicación que si estuviera en un salón profesional.
“Yo siempre quise cortar pelo, desde pequeño me llamó la atención eso y quise aprender y gracias al apoyo de mi familia fue que me metieron a curso, después saliendo quise aprender más cortando ahí en mi casa, pero después mis compañeros quisieron ser mis clientes y me pidieron que les cortara el cabello, entonces los cité en el parque antes de entrar a clases, porque estudiamos en la tarde. Aquí me quedé”, señala un poco nervioso, pues nunca creyó que platicaría su historia y es que hace unos días, alguien lo fotografió mientras cortaba el cabello en el espacio público.
Las imágenes se compartieron en redes sociales y en cuestión de minutos, se hicieron viral. Camilo cobra muy poco, menos de la mitad de lo que costaría un corte en una barbería. Explica que aún está aprendiendo y que muchos de sus clientes, compañeros de escuela, tampoco pueden pagar más.
“La verdad si me emocioné cuando me vi en las redes sociales
- ¿Por qué?
- No sé, lo vi como una oportunidad de salir adelante.
- ¿Qué traes en tu mochila?
- Pues mira, traigo todas mis herramientas, mis peines, guías, todo lo que necesito. Utensilios para desinfectar las máquinas y al cliente, todo está sanitizado”.
Camilo simulaba cortarle el cabello a su abuelita
Desde que su historia comenzó a difundirse, ha recibido palabras de motivación, donaciones de herramientas y hasta propuestas para seguirse preparando que no ha pensado dos veces para aceptarlas. Sus maestros, sus amigos y sobre todo, su familia, lo han apoyado. Tal es el caso de su madre Angélica Valladares quien además asegura sentirse profundamente orgullosa.
“Estamos muy contentos porque es un oficio que a él le gusta, al observar veo que le da mucho placer, se deleita en hacer sus cortes. En el caso de mi hijo, es bastante serio y muy responsable, eso le ha ayudado mucho. Yo recuerdo que cuando íbamos a la casa de mis padres, él siempre agarraba a su abuelita y simulaba cortarle el cabello, ahí nos dimos cuenta que tenía esa inquietud y años después hicimos un esfuerzo para meterlo a un curso”, dijo sonriente.
Para él, cada corte es una apuesta al futuro. Mientras algunos adolescentes sueñan con tener el mejor auto, Camilo imagina una silla profesional y un local con espejos, luces y “buen ambiente”. Ve en su esfuerzo diario la semilla de algo más grande.
“Ojalá algún día pueda tener un establecimiento, yo le diría a los demás chavos que le echen muchas ganas porque no es fácil y que nunca se rindan para seguir sus sueños”, añade.
De momento, su salón es el parque, su techo el cielo y su publicidad el boca a boca. Pero en el fondo, ese espacio abierto guarda más que un área verde, pues alberga la historia de un jovencito que ha decidido no esperar a tenerlo todo para cumplir su sueño.
brr
