La gentrificación dejó de ser un concepto ajeno y académico para convertirse en una realidad en diversas colonias del municipio de Guadalajara. De acuerdo con el académico Juan Ángel Demerutis Arenas, profesor investigador del Departamento de Proyectos Urbanísticos del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) de la Universidad de Guadalajara, este proceso está modificando de forma acelerada la fisonomía social y urbana de la ciudad.
En entrevista para MILENIO, explica que el proceso de gentrificación en las ciudades tiene que ver con una renovación de una zona urbana, normalmente de unas familias de ingresos medios, medios bajos, y que va asociado a la llegada de familias de mayores recursos que se desplazan, por su poder adquisitivo, a las que originalmente se encontraban en el lugar.

Aunque el término surgió en Londres en los años 60 para describir el desplazamiento en barrios obreros, en Guadalajara adopta una dinámica particular. Más que un reemplazo directo de familias, se trata de un proceso de redensificación, donde viviendas unifamiliares se sustituyen por edificios de hasta 40 departamentos, habitados en su mayoría por jóvenes profesionistas o personas que viven solas.
“Lo que está sucediendo es que estamos transformando la ciudad en una más densa y también estamos haciendo cada vez más difícil que familias de recursos medios o bajos puedan acceder al centro”, señaló.
El fenómeno se concentra en colonias con ubicación estratégica y alto valor del suelo. La Colonia Americana, recientemente reconocida a escala internacional por su oferta cultural y gastronómica, es uno de los principales ejemplos. A esta se suman Ladrón de Guevara, Vallarta Norte, Monraz y una parte de Santa Teresita.
“La gente busca satisfacer sus necesidades caminando, y esto encarece el valor de la tierra. Viven cerca de sus trabajos, en zonas atractivas por su conectividad y oferta de servicios. Pero esto también está desplazando a quienes no pueden costear los nuevos precios”, agregó.
¿Cuáles son las consecuencias de la gentrificación?
Además del impacto económico, el proceso tiene consecuencias sociales significativas. De acuerdo con el investigador, la llegada de nuevas poblaciones con estilos de vida distintos altera las dinámicas barriales. Advirtió: “Normalmente no hay un respeto por la gente que ya vivía ahí. Estas zonas se están volviendo lugares de jóvenes, sin niños, sin adultos mayores. Se está perdiendo ese tejido social que da pertenencia y seguridad a una comunidad”.
Frente a esta transformación, Demerutis enfatiza la necesidad de intervención pública. “Lo que ha hecho que estemos en esta situación es que se ha dejado a la oferta y demanda del propio mercado. La única forma de componer estos problemas es a través de una intervención importante de las autoridades”.
Entre las posibles soluciones propone el fortalecimiento de políticas públicas que promuevan la vivienda accesible en renta, pensada para familias, así como acciones que garanticen la permanencia de personas mayores y la seguridad de niños en el espacio público. Finalmente, el académico llamó a reconocer que se trata de un fenómeno global, pero que debe atenderse con acciones locales:
“Es importante que le demos lugar a las familias que tradicionalmente viven ahí, que fortalezcamos las condiciones para que puedan seguir viviendo ahí, y que tratemos de que sea una zona más familiar, no solamente un distrito de jóvenes con bares, ruido o violencias. Solo así podremos tener una ciudad más armónica, más equilibrada y vivible para todos”, puntualizó.
En paralelo a este proceso urbano, el acceso a la vivienda en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) se volvió considerablemente más difícil para la mayoría de la población.
Desde 2005, el precio de las viviendas en la región aumentó un 273 por ciento, es decir, un 58 por ciento por encima de la inflación, mientras que los salarios reales han disminuido un 37 por ciento, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF).
El gráfico que acompaña el análisis compara la evolución de los precios de vivienda con la de los salarios reales, desde 2005 hasta 2025, tomando como base un índice de 100. Mientras los precios de vivienda alcanzaron un índice de 158 para 2025, los salarios cayeron a un valor de 63, lo que representa un deterioro considerable en el poder adquisitivo de las y los trabajadores.
Este fenómeno generó un acceso más limitado a la vivienda para amplios sectores de la población, especialmente los jóvenes y trabajadores informales, quienes enfrentan mayores obstáculos para cubrir el costo de una casa digna con sus ingresos.
En el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), la renta mensual promedio de una vivienda alcanza los 26 mil 311 pesos, de acuerdo con datos del Instituto de Información Estadística y Geográfica de Jalisco (IIEG), con base en información pública obtenida de páginas web de venta y renta de propiedades durante 2024.
El estudio revela que el rango de precios es muy amplio, con rentas que van desde los 2 mil 500 hasta los cien mil pesos mensuales, lo que refleja una fuerte desigualdad en el acceso a la vivienda en la zona metropolitana. Zapopan encabeza la lista como el municipio con la renta promedio más alta, con 28 mil 848 pesos mensuales, y es también el que concentra la mayor oferta de viviendas en renta.
Le siguen Guadalajara con un promedio de 26 mil 448 pesos y Tlajomulco con 19 mil 204. En contraste, dentro del municipio de Guadalajara, las colonias con rentas más “accesibles” son Lomas del Paraíso II, con un promedio mensual de 8 mil pesos, seguida por Santa Rita (8 mil 656), la colonia Independencia (9 mil 589) y La Aurora (9 mil 675).
Los datos del IIEG permiten dimensionar la presión que enfrentan las familias para acceder a una vivienda en renta, especialmente en zonas donde los ingresos promedio están muy por debajo de los precios del mercado inmobiliario.
MC