El campo de Altamira está a un paso de morir, y su caída aunque lenta, mantiene esta tendencia debido a la falta de subsidios federales.
El productor agrario, Dimas Salazar, mencionó no sólo la falta de lluvias o las plagas son el enemigo esencial de los productores, sino la falta de voluntad política por parte del actual gobierno federal, aseguró.
En esta región hay 1,800 productores, los que batallan para exportar sus cosechas y enfrentan cada vez más afectaciones, por la poca ganancia que de ellas logran, sumado a que este 2022, tendrán que pagar impuestos.
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La solución, consideró, es sostener reuniones con los productores para hacer ver la necesidad de instrumentar programas de apoyo del gobierno y brindar incentivos fiscales donde el cobro de impuestos sea más equitativo.
“Somos sectores de bajos ingresos, como ejemplo te pongo mi caso, yo siembro en 14 hectáreas, y les invierto de siete mil a ocho mil pesos por hectárea, hasta la cosecha; la trilla y el flete son ocho mil pesos y vamos a suponer que me dé una tonelada por hectárea, que sumados, hablamos de 140 mil pesos y pagaré impuestos del 35%, ¿y la inversión?, a dónde voy a dar”, destacó.
Y en vez de ver ganancias, quienes ganarían son los que están dedicados a la venta de insumos como el diésel, que este inicio de año va a incrementar, enfatizó el ex síndico municipal.
En Altamira, los cultivos que siembran son la soya, sorgo, maíz, cártamo, girasol, chile, tomates y cebolla.
Aseguró que los impuestos vendrán a arrebatar lo poco que obtienen, lamentando que en su lucha por eliminar la corrupción, la 4T frenó cosas positivas, como aquellos programas que concedían un respaldo económico para la compra de tractores.
