La compulsión por la comida te lleva a la locura o te lleva la muerte; de ese tamaño es la lucha, solo comparable al infierno que viven los adictos al alcohol, afirma Graciela, una tampiqueña que libra una batalla contra los azúcares y las harinas, responsables de un mal que especialistas consideran otra pandemia: la obesidad.
La integrante de Comedores Compulsivos Anónimos está convencida que el atracón de comida es la consecuencia de una emoción mal manejada; el refugio ante un enojo, coraje o frustración.
“El otro me hizo algo, pero la comida me trata bien, me satisface, es como un refugio, una forma de auto complacerte, comer es muy placentero, me imagino que también para los alcohólicos tomar, aún cuando es muy dañino”.

Graciela menciona que hay personas con un mínimo autocontrol y enfrentan un verdadero infierno al no poder manejar su forma de alimentarse, una sensación equiparable a la que experimentan quienes no logran dejar el alcohol.
“Nos dicen, ustedes no se van a morir si comen de más; no al momento, sí a la larga, igual que un alcohólico, vienen otras enfermedades, diabetes, hipertensión, seguir este camino de la compulsión te lleva a la locura o te lleva a la muerte, cualquiera de las dos cosas, así de grave, pero no le damos la importancia”.
En Tampico, Comedores Compulsivos Anónimos (CCA) surge hace más de 20 años, cuando un sacerdote jesuita que tenía problemas de obesidad se da cuenta que los mismos 12 pasos que sigue el grupo AA, podían funcionar con la alimentación si se dejaban de lado harinas y azúcares y se controlaban las porciones.
Al adoptar dichos principios, el padre Alfonso Ramírez Luna (+) sumó a este plan de trabajo a personas que como él, batallaban por su sobrepeso y obesidad y se formó un grupo que llegó a tener 80 miembros.
“La adicción a la comida es de las más fuertes que hay, pero la gente se da cuenta hasta que tiene de 10 a 15 kilos de más. Invitamos a que se unan a nuestra agrupación y decidan cambiar su alimentación, aquí se trabaja en tres niveles, físico, mental y espiritual, porque no solo el comer nos mantiene así, también los pensamientos negativos y tratamos de tener abstinencia de ellos”.
CCA sesiona los martes a las 4:30 de la tarde en el Centro de Integración Juvenil de Tampico; es un programa sin costo pero abierto a contribuciones voluntarias para su subsistencia.
“Es un programa que realmente funciona, ha habido personas que bajan 40 kilos y les cambia la vida completamente. Tuvimos una señora de 70 años que perdió peso de forma impresionante y hasta se puso a estudiar, cuando tú tienes control sobre la comida y la mantienes a raya, te sientes poderoso, puedes proponerte cualquier objetivo y lograrlo”.
Pero los kilos regresan si se abandona el programa, pues lo que se busca es equilibrar una mente distorsionada por la compulsión; se tiene que decir adiós completamente al azúcar y la harina.
“La adicción al azúcar es de las más fuertes, pero cuando se logra autorregular la alimentación, se nota en el cuerpo, desaparecen los kilos de más, la fatiga y los pensamientos negativos”, refiere Graciela.
Como parte de su plan de acción, los integrantes de CCA mantienen comunicación cotidiana con personas que los guían, para expresar sus emociones respecto a la comida y la batalla que están librando.
“La alimentación de nuestro programa está muy equilibrada, libre de azúcar y harina, te dan las opciones de los grupos alimenticios y tú haces las combinaciones de acuerdo con tu refrigerador, tu economía, tus preferencias, pero requiere disciplina y compromiso”.
CCA aplica los 12 pasos que siguen los Alcohólicos Anónimos, solo se cambia la palabra bebida por comida y alcohólico por comedor compulsivo; es un grupo incluyente, dirigido a mayores de edad y no tiene nada que ver con religión.
En unos cuantos días habrá de concluir el año, y Graciela considera es el momento propicio para hacerse el propósito de bajar de peso. Por ello, invita a la ciudadanía en general a sumarse a este esfuerzo y recibir ayuda para controlar su forma de comer. La agrupación está activa tanto en Tampico como en Altamira.
“Si tu forma de comer te agobia, existe una solución; aquí hablamos de buena voluntad en vez de fuerza de voluntad y significa decir no puedo, pedir ayuda, hacer reportes diarios de los avances, pesarse, medirse, escribir las cosas que hacemos para poder lograr esa abstinencia”, concluye.

SJHN