Las bolsas de plástico unidas con un pedazo de cinta han sido su mejor alternativa para resguardarse del calor y de las intensas lluvias que azotan la capital mexicana.
Los más afortunados permanecen en casas de campaña sobre la acera, mientras los niños de distintas edades juegan sin importar que sus sandalias o zapatos queden esparcidos por la calle, al final de cuentas la preocupación de los adultos es otra: no hay espacio suficiente para los migrantes en los albergues.

A unos pasos de la estación Misterios del Metro capitalino, decenas de migrantes están a la espera de que uno de los lugares disponibles del albergue de CAFEMIN (Casa de Acogida, Formación y Empoderamiento para Mujeres y Familias Migrantes y Refugiadas) sea para ellos. Sin embargo, el incrementó en el flujo migratorio en la Ciudad de México hizo que esta espera se transformará en estadía.
“Lo que pasa es que el albergue tiene capacidad para 80 personas y ahorita está sobrepasado, está super colapsado. El albergue es para 80 personas y hay más de 400, imagínese”, comenta Carlos Chirino, barbero venezolano que lleva más de dos meses fuera de su natal Caracas. Actualmente, corta cabello a peatones en las inmediaciones del CAFEMIN con el fin de juntar el dinero suficiente para llegar a la frontera estadounidense junto a su familia.
Ante el incremento de migrantes del albergue ubicado en la calle Florencio Constantino, la propuesta del lugar fue solo dejar pasar a mujeres y niños lo cual los varones no lo han visto mal; ellos tendrán que padecer del frío e inseguridad en la calle, pero sus familias podrán tener una porción de comida y una cobija para calentarse.
“No, los hombres no entran. Yo sí estoy adentro con mi hija, allá adentro no más entran mujeres con niños, pero a los hombres, no. Bueno incluso mi pareja y el esposo de mi amiga, no”, comenta Nataly Bacano, una mujer venezolana que desde el cuatro de septiembre emprendió el viaje junto a su familia hacia EU.
En un comunicado del pasado 18 de agosto, el albergue colgó el mensaje: “no podremos recibir a más personas en CAFEMIN. En los últimos días rebasamos –por mucho- nuestra capacidad de atención”. No obstante, a más de un mes de su publicación, el flujo no para.
“Ya últimamente se les escapa de las manos, pero no es culpa de ellos tampoco, pero sí han tratado de hacer las cosas bien.., pues así como han salido personas también van entrando y pues nunca está vacío el albergue”, indicó Chirino mientras sus connacionales y amigos de la ruta afirmaron con un movimiento de cabeza.

Aunque el ánimo de los migrantes no se vea afectado por las condiciones en las que viven, para los vecinos el problema es notorio. Algunos de ellos son los residentes del condómino a un costado de COFAMIN.
“A veces más de 200 personas aquí en la calle. Hombres, mujeres, niños, bebés de brazos y ya no solo se encuentran en la parte del frente del lugar donde los apoyan.., el tema ya está un poquito fuera de control” comenta el vecino Juan Pablo García, quien en tan solo un año de ser residente ha visto como el incremento migratorio es notorio.
“Ha habido bebés así en las tiendas y no, o sea, pasando fríos, lluvias y todo, eso no está bien. No está bien porque se enferman y además de toda la situación que están viviendo, ¿ahora dónde van a conseguir servicios médicos?”, comenta Pamela Sivunovic, vecina preocupada ya no solo por la estadía de los extranjeros en las calles, sino por las condiciones sanitarias y de salud que les puede llegar a afectar.
“Pese a que los migrantes estén severamente expuestos a la inseguridad capitalina durante las noches, no tengan un techo en el cual resguardarse, puedan ser propensos a contraer alguna enfermedad o no posean el dinero suficiente para su traslado a la frontera norte, o bien, su viaje tenga que estar pausado en la espera del documento de asilo emitido por la Oficina Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos, su ánimo no decae.
“México me ha tratado muy bien, los mexicanos me han tratado súper bien, me han tendido la mano, me han visto por ahí con mi hija y me han apoyado y pues acá está calle, una bendición la verdad. Acá he podido trabajar, los vecinos me apoyan, me dicen que estamos bien, que estamos trabajando y me han tendido la mano”, finaliza el barbero Chirino, mientras termina de cortarle el cabello a un mexicano y sus demás connacionales lo apoyan.
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