Cada quien hará su propio balance, hoy que estamos terminando prácticamente el 2025.
En cuanto al mundo de la información, acostumbramos cada 365 días poner sobre la mesa los criterios periodísticos para informar a la gente lo que a nuestro parecer es aquello que bien vale la pena contar como historias, en una especie de anuario noticioso.
Pero como en gustos se rompen géneros, o dicho de otra manera, todo criterio es subjetivo, cada quien podrá dejar de lado lo pretencioso del llamado sentido común y hacer su propio balance.
Definir por ejemplo el personaje del año nos llevaría a simpatías, filias y fobias.
A blanco y negro, porque acostumbramos como sociedad esa dicotomía, cuando a final de cuentas muchos hechos y personas también tienen “tonos de gris”.
Lo más fácil es que siguiendo la costumbre de quien escribe la historia, el villano se llama Donald Trump, pero a cómo nos cuesta pensar en el bueno o la buena del cuento.
Si buscamos definir la mejor, la peor o la más extraña noticia, correremos la misma suerte
La mejor noticia tal vez se escribe a diario en las ciudades como la nuestra y casi no se publica. La protagonizan personajes comunes, ciudadanos que todos los días salen a trabajar y honestamente llevan el pan a la mesa y educan a sus hijos con el sudor de su frente.
Le escriben también verdaderos héroes, vestidos de bomberos, de paramédicos, doctores, doctoras, maestros, voluntarios en grupos de ayuda o religiosos.
En contraparte, encontrar la peor noticia entraña una mayor dificultad, porque en 2025 abundaron las crisis, los problemas heredados, los objetivos no cumplidos.
Siguieron también los fraudes, la simulación que abunda en este país, donde la mayoría de los gobernantes hacen como que resuelven y los problemas siguen ahí, hasta que se descubre la mentira, porque la verdad siempre flota, tarde o temprano.
Así pues, balances vienen y van, porque así somos los seres humanos y nos han enseñado a ser cíclicos, apegados a un calendario.
Lo importante aquí es verlo como dice aquella trillada analogía.
El jueves, cuando el calendario marque 1 de enero, podemos tomarlo como un nuevo libro con páginas en blanco que podemos escribir de mejor manera.
Que la vida le sonría y a mí…
A mí también.
