Es muy claro que el gobernador, Américo Villarreal Anaya, se encuentra en el ánimo del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador y de la cuatroté.
En repetidas ocasiones el mandatario estatal ha sido objeto públicamente de halagos y reconocimientos por parte de AMLO.
En menor escala y en circunstancias distintas, lo mismo ocurre con la precandidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum Pardo, quien nuevamente visitará la entidad en los próximos días.
En esta ocasión se ha programado actividad en la capital tamaulipeca y en Ciudad Madero.
Hasta aquí todo está bien, pero ¿en verdad solamente es simpatía y apoyo a la administración estatal a más de un año de haber llegado al poder?
O por el contrario, ¿existe una preocupación en las altas esferas morenistas por la forma en que han transcurrido los primeros casi 15 meses del gobierno estatal y algo no está bien?
A estas alturas nadie puede negar u ocultar la crisis de inseguridad por la que atraviesa nuevamente Tamaulipas.
Es muy claro que las autoridades federales y estatales han sido rebasadas por los embates del crimen organizado.
La pugna entre grupos delictivos por el control de la frontera y los ataques a efectivos de los diversos cuerpos de seguridad son dos ejemplos.
La migración es otro tema que poco a poco ha ido creciendo, y una vez más los ciudadanos de otras latitudes quedan a merced de la delincuencia, quienes los secuestran y extorsionan.
Tal vez a nivel federal, en el gobierno y en el partido no pueden darse el lujo de soltar a Tamaulipas y que estos negativos y otros, sigan creciendo y se conviertan en un pesado lastre para el proyecto político de la transformación.
La mayoría de los tamaulipecos espera que en su estancia en Ciudad Victoria y Madero, Claudia Sheinbaum, aborde estos y otros temas de real interés para la sociedad, más allá del intercambio de un intercambio amigable de ideas entre militantes y simpatizantes morenistas.
Lo primero podría ayudar a fortalecer la construcción de un proyecto político basado en una realidad.
