La nota de los últimos días en Tamaulipas estuvo enfocada en uno de sus tres poderes. Parte de esa disputa de dos de las principales corrientes políticas, por un lado el Movimiento de Regeneración Nacional y su contraparte, el Partido Acción Nacional, se desarrolló otro desencuentro que, más para desgracia que para fortuna, se hacen más habituales en el Congreso del Estado.
Todo sucedió desde la decisión del Tribunal Electoral Estatal al regresarle a Félix García, líder de la bancada panista, su lugar como presidente de la Junta de Coordinación Política en manos de Úrsula Salazar Mojica. En una decisión dividida, un voto a favor de la iniciativa desencadenó varias acciones.
Lo primero, una sesión con carácter extraordinario celebrada el jueves, para avalar cambios dentro de la operación de dicho parlamento. El PAN, a pesar de pasear la notificación, nunca pudo tomar control físico de la oficina de la llamada Jucopo. Irónicamente, cuando a ellos se las arrebataron cambiaron chapas del lugar a fin de impedir que los morenistas ingresaran; hoy fue al revés, pero el método fue encadenar accesos.
Lo reciente fue la conformación de una Junta de Gobierno, la cual su jurisdicción está muy por encima de la presidencia de dicho Congreso, es decir, tiene más facultades que la propia Junta de Coordinación y, por lógica, poder. Con una mayoría simple se aprobó esto en sesión realizada el sábado.
Cada grupo tomó su postura y la tónica fue la misma: "estamos defendiendo a los tamaulipecos", frase muy usada entre estos rivales cuando, precisamente, lo último que han visto los 3.7 millones de habitantes es eco a sus inquietudes y necesidades traducidas en una iniciativa o ley.
Lo único coherente es la postura de dos fracciones. PRI y Movimiento Ciudadano no se metieron y no fue por un tema de legalidad, se alejan de la notoria polarización y confrontación entre rivales que utilizan cada uno para pelearse con métodos sin violar la ley, pero inmorales y hasta burdas.
Nos queda más de un año para que termine una de las legislaturas menos productivas y más problemáticas en la historia moderna del estado, la LXV. Ese será el legado de azules y guindas, por igual.