Los últimos días en el Ayuntamiento porteño, la llamada “joya de la corona” de la política tamaulipeca, han estado muy agitados. El viernes pasado se fue Omar Zúñiga, director jurídico del municipio, en tanto este martes presentó su renuncia Miguel Garay como director de Comunicación Social.
No son y por mucho áreas simples o situaciones cualquiera. Desde el ámbito legal como la imagen hacia la percepción de la población, la sacudida (una más en ocho meses de gestión) desnuda la inestabilidad interna de esta administración, la cual arrancó con altas expectativas y metas muy elevadas.
Esto viene, investigado y confirmado entre el personal, producto de las rencillas entre varios grupos cercanos a la alcaldesa Mónica Villarreal Anaya, cuyo fin es tener una tajada de poder o sometimiento en lugar de planificar, organizar y ejecutar acciones en beneficio de los sectores y la población.
Ahí figuran Alejandra Hernández, Manuel Leal Villarreal, Miguel Ábrego y, también apuntan empleados, regidores y hasta proveedores, a Silvia Santamaría. En ese círculo muy cerrado, difícil de abrir para acceder directamente a la jefa edilicia, se gestan quejas, reclamos, poco entendimiento, desconocimiento del manejo de un gobierno, intolerancia y más aspectos negativos.
Las consecuencias no solo están en el malestar del ciudadano promedio, de pequeños como medianos empresarios y sociedad civil, también en las estructuras propias del Movimiento de Regeneración Nacional, abandonadas, desatendidas, ninguneadas.
“Le abrieron las puertas a todos los que se portaron mal o trabajaron con el PAN, a los contrarios del partido, de AMLO y del gobernador Américo Villarreal; nosotros que apoyamos y fuimos leales, nos tienen fuera”, es el común denominador.
Si bien diversos actores en el ámbito federal, estatal y municipal hoy cuidan de esos simpatizantes y líderes de colonias guindas, Mónica como su proyecto enfrenta un escenario muy adverso si la intención es lograr que el partido/movimiento logre el referéndum en el 2027.
Si no hay orden en sus propias filas, acrecentará un evidente como grave riesgo de perder lo que tanto se batalló en ganar hace más de un año.
Y con todo esto el panismo, en su principal bastión, ve expectante, se relame los bigotes y se frota las manos.
