Necesito que me ayuden con algo. Por favor, aunque crean que los musicales no les gustan, aunque estén enojados (con razón) con Estados Unidos en este momento, e incluso aunque no vayan mucho al cine, dense la oportunidad de ver, a partir de mañana y por pocos días, Hamilton, de Lin Manuel Miranda, en pantalla grande.
Entiendo que los fans ya nos la sabemos de memoria y se la hemos cantado a todos los pobres seres que han tenido la desgracia de estar cerca. Comprendo también que los meramente curiosos ya la vieron, desde los oscuros días de la pandemia, en Disney+. Pero sé, mejor que nadie, que no existe experiencia como disfrutar de este, el más grandioso de los musicales recientes, en un cine lleno de gente emocionada por estar ahí.
Quiero que me ayuden con eso porque sé que les va a encantar. Está perfectamente filmada: respeta los parámetros de una obra musical y está llena de arte cinematográfico. Necesitamos que sea un éxito en salas, porque llevamos casi una década tratando de convencer a quienes deciden, de que en México sí hay público para una puesta en escena así.
Aunque hable de la historia de otro país, de ese al norte cuya Constitución, por cierto, está siendo retada cada día más. La vida de Alexander Hamilton, inmigrante, padre fundador y escritor incansable, trasciende lo específico y se vuelve un viaje con el que todos podemos conectar. No dejamos de ver Los Miserables porque está situada en Francia en 1815, ¿o sí?
Necesitamos que los que no son fans de Hamilton nos acompañen para que vean por qué hemos enloquecido en la última década con este musical. Y sí, ojalá que haya funciones sing along (ahí nos vemos), y otras más tranquilas para el público que no enloquece como nosotros en Wicked o los fans de Taylor Swift en sus documentales. Así que vayan, por favor.