¿Los consumidores deberíamos hacer el esfuerzo de tratar de comprar productos nacionales? Pues, ahora que se avecina la ofensiva comercial anunciada por The Donald contra México, se escuchan voces, entre las cuales destaca la de Enrique Peña, que nos exhortan a hacerlo. Sería una postura patriótica y una ejemplar muestra de la unión que somos capaces de alcanzar los mexicanos en los tiempos difíciles.
Muy bien, pongamos entonces mucha atención al recorrer los pasillos del supermercado, al personarnos con el vendedor de coches y al entrar en la tienda de aparatos de computación para intentar por todos los medios adquirir mercaderías hechas en este país.
Pero, a ver, antes que nada, ¿qué productos son realmente mexicanos? ¿El Audi Q5, por ejemplo? Digo, tengo delante de mis narices un ejemplar de la revista AUTOMÓVIL Panamericano y en la portada, dedicada a ese deportivo utilitario, resalta el título “Orgullo Nacional”. Y, pues sí, se ensambla en San José Chiapa, estado de Puebla, y se exporta a todo el mundo. La casa matriz, sin embargo, se encuentra en Alemania y la marca pertenece al grupo Volkswagen, junto con otras diez, que son: Bentley, Bugatti, Lamborghini, Porsche, SEAT, Škoda, Scania, MAN, Vehículos Comerciales Volkswagen y Ducati. Oigan, ¿y qué no era Bentley una marca de coches emblemáticamente británica? Y eso de Lamborghini, ¿no suena desaforadamente italiano? Pues sí, pero no. Ahora los ingleses de Bentley, los italianos de Ducati, los suecos de Scania, los checos de Škoda y los españoles de SEAT pertenecen todos a ese gran conglomerado alemán llamado Volkswagen Aktiengesellschaft, con sede en Wolfsburg, en el estado federal de Baja Sajonia. ¿Tendrán los Porsche que ser fabricados, digamos, en la planta de VW en Chattanooga, Tennessee, para que no les impongan un arancel de 35 por cien cuando se vendan en Estados Unidos (de América)? Pues, en toda lógica, así tendría que ser. Lo que pasa es que, por el momento, las embestidas proteccionistas de Trump no se dirigen a los países de la Unión Europea sino a México, su tercer socio comercial.
O sea, con perdón de los redactores de la antedicha revista, que el Audi Q5 es todavía menos mexicano que un SEAT Toledo es español o que un Škoda Fabia es checo. Pero, bueno, es algo muy bueno que se fabrique en Puebla y, supongo, que buena parte de los proveedores sean también nacionales. Luego entonces, ¿qué coche podríamos comprar, en estos pagos, para sentirnos lo debidamente patriotas? Hay que hacer una meticulosa investigación, estimados lectores, para saber cuáles son los modelos que se ensamblan en las plantas armadoras que las grandes corporaciones han instalado en el territorio libre y soberano de Estados Unidos (Mexicanos). Por cierto, sí había un coche mexicano y se llamaba el Mastretta MXT. Escríbanle ustedes a Héctor Aguilar Camín para que les cuente la desalentadora historia de este proyecto y conozcan, de primera mano, las adversidades que deben afrontar los emprendedores en un país llamado México y poblado por mexicanos. Ah, pero eso sí, ¡vamos a salir a las calles a entonar el Himno Nacional los domingos! Y, ya pusimos las banderitas nacionales en lugar de nuestra foto en la aplicación WhatsApp. Un momento, por favor: esa empresa, ¿no está basada en Mountain View, en California, y no fue adquirida por Facebook? Entonces, ¿no debiéramos dejar de usarla en vez de hacerle meros cambios cosméticos? Ya que tocamos el tema, si alguno de ustedes tiene información sobre algún servicio mexicano de mensajería instantánea le pido por favor que me envíe los datos y con mucho gusto los publico en esta columna, el próximo domingo. Es más, comenzamos un movimiento en Change.org.
Hay otra cosa que es muy importante saber: quienes se proponen comprar mayormente artículos mexicanos, ¿desean también que México exporte cosas, que venda fuera de nuestras fronteras lo que se produce aquí? Yo me imagino sí, porque exportar es bueno. Digo, entran divisas, se crean fuentes de trabajo, se promueve la inversión local, etcétera, etcétera. Pero, entonces, ¿qué razón habría para que un francés o un belga o un australiano o un marroquí —de los estadounidenses ya ni hablemos, uf— no quisiera ser así de nacionalista y patriota como nosotros y, en consecuencia, que dejara de preferir sus productos locales para adquirir mercancías venidas de una comarca lejanísima como México? Dicho en otras palabras, nosotros ya decidimos que hay que comprar lo “hecho en México”, ¿verdad? Pues, en el momento en que los demás tengan el firme propósito de adquirir exclusivamente lo “made in USA” o lo “fabriqué en France” o lo “in Deutschland hergestellt”, nadie la ve a comprar nada a nadie. El comercio internacional va a estar mejor que nunca, oigan.
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