Política

Carta a la profesora Irma Hernández Cruz

La docente murió por no pagar cuota al crimen. ESPECIAL
La docente muriópor no pagar cuota al crimen. ESPECIAL

Maestra, le escribo estas líneas para decirle cuánto me afectó verla de rodillas, mientras los hombres del rostro cobarde la rodearon con sus armas largas.

Duele la maldad que la eligió para transmitir un mensaje y luego desechó sus restos para que la atrocidad no pasara desapercibida.

Sé que fue docente por largo tiempo, hasta que le llegó el tiempo de la jubilación. Supongo que fue con sus ahorros que adquirió el taxi con el que se ayudó a completar la posibilidad de un retiro digno. No es todavía común que en México una mujer se dedique al negocio del transporte de pasajeros. Me la imagino frente al volante, a sus sesenta y dos años, llevando y trayendo a sus vecinos del municipio veracruzano de Álamo.

Entonces no habrá calculado que conducir un taxi fuera un oficio de alto riesgo; tan sencillo como mantener el vehículo en buen estado y ganar con él unos pocos centavos. Sin embargo, en mi país el terror es un veneno que se introduce lento y no le ahorra nada a nadie.

La tragedia se dejó caer el viernes de la semana pasada. A plena luz del día, frente al mercado, un comando de jóvenes encapuchados la obligaron a descender de su transporte, para luego montarla por la fuerza a una camioneta. Su familia no volvió a tener noticias. La buscaron por todas partes hasta que se hizo público el horripilante video.

Especulo que antes del fatídico día se habrá aproximado a usted uno de esos jóvenes que, por su edad, bien pudo haber sido antes su alumno. Un muchacho entre los miles que el crimen recluta para usarlos como emisarios de la primera amenaza.

Si la seleccionaron como víctima supongo que fue porque usted se negó a cumplir con la exigencia. ¿Cuánto le pidieron? Comparando con otras poblaciones que conozco mejor, apuesto que querían la mitad de sus ingresos diarios. Me imagino también, profesora, que usted se indignó por el abuso.

Plantada sobre sus dos pies habrá reaccionado frente a la arbitrariedad. ¿Fue ese mismo día cuando acudió a la asociación municipal de taxistas para que la ayudaran a enfrentar a la llamada Mafia Veracruzana? Sólo su gremio sabrá si esa asociación, acusada de “charra” por sus plagiarios, también andaba metida en negocios sucios.

Visto lo que ocurrió después, hoy todo esto no es más que una anécdota, porque al final de aquella jornada los cobardes del rostro cubierto tomaron la decisión de arrancarle lo más preciado.

Usted fue despojada de todos sus atributos: mujer, madre, abuela, hermana, vecina, profesora, jubilada, taxista. Se convirtió en un objeto —huesos y carne— manipulados para poner a temblar a cualquiera que se atreva a rebelarse.

“Mi nombre es Irma Hernández Cruz, manejo el taxi 554. Compañeros taxistas, con la Mafia Veracruzana no se juega, paguen su cuota como debe de ser con ella y dejen de andar de “enguilados” con los charros que solo los extorsionan, o van a terminar como yo”.

Ese fue el texto que la obligaron a pronunciar, hincada y esposada. La frase hiela el alma. El término “enguilado” se emplea para referirse a un animal en celo a punto de aparearse. Mientras la estaban filmando, ¿sabía usted lo que iba a sucederle después? ¿Estaba consciente de que el reloj de su vida estaba a nada de detenerse? ¿O creyó que, una vez salvada la humillación, podría regresar al abrigo de sus seres queridos?

Disculpe por tantas preguntas. Cargo aún con la ingenua convicción de que hasta el episodio más funesto —como el que padeció— debe descifrarse. Y, sin embargo, su muerte, querida maestra, y la mortificación que le antecedió, solo pueden ser hijas del dios del absurdo. Nada humano es capaz de explicar tanta barbarie.

En un país como el que la mayoría imaginamos tendrían que ser sus verdugos quienes cayeran de rodillas para pedir perdón a usted, a su familia, a la sociedad entera.

Los papeles están invertidos. No nos merecemos esta rapiña, cada día peor de envilecida. Me resisto a aceptar que esta violencia no conocerá un día su límite.

Los que nos quedamos tendríamos que encabezar una rebelión para arrancar las máscaras de los asesinos. No me refiero solamente a quienes son responsables de su ausencia, sino también a los que, durante décadas, han consentido tan tremenda arbitrariedad.

El sufrimiento que usted debió haber vivido no tendría por qué experimentarse nunca más. Tomo nota de su resistencia para desafiar a estos grupos que suponen, acaso con razón, que mi país es el suyo; que pueden hacer con la gente buena lo que se les venga en gana, porque casi nunca hay consecuencias.

Si la amenaza de ellos es grande, la nuestra, la del resto de la sociedad, la del Estado, la de la ley, habría de ser mucho mayor. Son ellos los que merecen ser sometidos y no usted, profesora Irma.

El miedo que les tenemos supera hoy la capacidad de los mafiosos para destruir nuestras vidas. Necesitamos invertir los términos. Son ellos quienes deberían temernos, son ellos los que habrían de sufrir la zozobra y el desasosiego.

Mientras no intercambiemos la posición de unos y otros —de los victimarios y las víctimas— sus últimas palabras serán una herida por donde el país se desangra.

Maestra Irma Hernández Cruz, ruego porque la vida que nos resta a los demás alcance un día para darle vuelta a la página de una época dolorida por la cobardía de unos cuantos y el espanto paralizante de la mayoría.

El mensaje que la obligaron a repetir, en vez de amedrentarnos, nos urge a plantar cara, a ponernos en pie, a reapropiarnos con coraje del territorio, mientras ondeamos por todo lo alto la bandera de la dignidad.


Google news logo
Síguenos en
Ricardo Raphael
  • Ricardo Raphael
  • Es columnista en el Milenio Diario, y otros medios nacionales e internacionales, Es autor, entre otros textos, de la novela Hijo de la Guerra, de los ensayos La institución ciudadana y Mirreynato, de la biografía periodística Los Socios de Elba Esther, de la crónica de viaje El Otro México y del manual de investigación Periodismo Urgente. / Escribe todos los lunes, jueves y sábado su columna Política zoom
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.