Es evidente: el presidente no le entendió, nunca pudo conectar con el grito de las mujeres para acabar con la violencia de género y feminicidios, y nunca se mostró empático con las marchas del 8M ni con el paro del 9M.
En las últimas semanas se le ha visto contrariado al perder el control de la agenda diaria, al no poder imponer su narrativa en “la mañanera”. Las mujeres, la falta de medicamentos oncológicos, la inseguridad, le economía estancada, el coronavirus, son los temas que hoy captan la conversación social de los mexicanos.
La realidad lo alcanzó y ha borrado la narrativa de distractores y “maromas” para intentar seguir imponiendo una agenda, que no era la importante para el país.
La caída de 20 puntos en promedio en la popularidad del presidente de acuerdo a todas las encuestas publicadas en los últimos días como Buendía y Laredo, México Elige, Mitofsky, solo ratifican lo que antes ya se mencionó. El descenso es más pronunciado en las últimas semanas; tan solo en la primera semana de marzo la caída es de casi 3 puntos.
Son jóvenes y profesionistas, los que en su mayoría han cambiado su visión respecto a este gobierno que generó tanta esperanza en el combate a la corrupción y la reducción de la violencia, y que ahora se le sumarán la antipatía de miles o millones de mujeres.
El discurso de seguir culpando a los de antes, a los conservadores, a los neoliberales, a los fifís, a la mafia del poder, ya se le agotó. Este gobierno ya tiene 15 meses gobernando, más del 20% del tiempo que durará este sexenio.
Se requiere un cambio de timón, dar certidumbre, acercar a los más calificados en todas las materias, y dejar el discurso de la división.
Pero el presidente es terco, él mismo así lo ha señalado. Los temas importantes siguen pendientes: no hay estrategia evidente para reducir la violencia, el estancamiento de la economía mexicana se complicará más con los impactos de la ya declarada pandemia del coronavirus y la “guerra” con los precios del petróleo. Prevalece la falta de confianza de los inversionistas.
Y todo junto puede convertirse en la tormenta perfecta.
FB: Raúl Frías Lucio
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