La causalidad histórica está relacionada con la capacidad de identificar, analizar y evaluar la relación entre múltiples causas históricas y sus efectos. En cierta forma el análisis histórico determinado de esta manera podría convertirse en determinismo, ya que juzga el carácter de los seres humanos como determinado, haciendo a un lado la capacidad humana de decidir libremente.
Estando de acuerdo con que la “inevitabilidad histórica” encuentra su contraparte en la libre decisión, yo diría que en un porcentaje alto la historia es inevitable cuando se han acumulado una serie de eventos que no hay manera de revertir sus resultados.
Este es el marco de pensamiento que quiero usar para entender la polarización que vivimos en México entre el poder Ejecutivo y algunos grupos económicos.
Desde su candidatura, los enunciados de AMLO contra la corrupción provocaron la primera andanada de ataques amarillistas en contra: nos volveríamos “Venezuela plus”, el peso se devaluaría a niveles de los 30 pesos por dólar; ¡bueno, hasta un documental sobre populismo incluía al candidato! Pero yo creo que ahí la historia era inevitable: el pueblo estaba simplemente harto de corrupción, y AMLO tenía que llegar.
Posteriormente AMLO comenzó a hacer realidad su lucha contra la corrupción, de múltiples maneras; en particular deshaciendo contratos que involucraban la fuente principal de corrupción. Aquí es a donde los “hubiera” podrían entrar como fuentes de análisis. Si AMLO no hubiera efectivamente roto esos contratos, nada hubiera sucedido. Pero probar su determinación inició una andanada de los afectados en su contra que se ha vuelto una confrontación abierta entre los intereses particulares y el Ejecutivo tratando de convencer a los otros poderes y a la opinión pública a favor de uno u otro.
Esta lucha es historia inevitable, porque han sido tanto los agravios del Presidente contra la corrupción que sus afectados se han agrupado en una razón común: revertir el proceso. Y tantos son los agravios contra el Presidente que han “echado lumbre al asador”. Al final de su período, el Presidente sigue peleando, y la resistencia creciendo. Las elecciones que vienen serán más que nunca prueba de fuerzas. Sigo pensando que el cambio será historia inevitable.
