Cosas como los impuestos a los servicios digitales nos ponen a reflexionar en el valor de estas plataformas en nuestra vida, a final de cuentas implican un gasto extra en tiempos económicamente inciertos, cada peso cuenta. Netflix avisó a sus usuarios el incremento de sus tarifas a partir del 1 de junio. Lo primero que vino a mi cabeza al escuchar la noticia fue: “No importa, pagaría lo que fuera necesario”.
¿Qué me llevó a esa reflexión? Que Netflix me ofrece contenido LGBT+ cómo ninguna plataforma lo había hecho en el pasado. Me presenta muchos contenidos de gays como protagonistas (Queer eye, No hay tiempo para la vergüenza), lesbianas (Feel good, Un amor secreto), bisexuales (Sex education, Élite), trans (Girl, Sense8) y un largo etcétera, entre series, películas, documentales, especiales. Hay personajes LGBT+ por todos lados, en la mayoría de sus originales, sumado a lo que viene de otras productoras. Desde hace tiempo, prácticamente yo solo consumo contenidos que presenten a personajes diversos en su orientación sexoafectiva e identidad de género y a la fecha no he terminado de ver todo lo que me ofrece Netflix.
Y no solo pasa en pantalla, pasa detrás; hay un equipo encargado de generar contenido LGBT+, una cuenta especial en redes sociales y una congruencia en el exterior. En Twitter se hizo popular un meme, en el cual una persona criticaba a la plataforma de integrar “un innecesario personaje gay” en cada nueva serie. Netflix, desde su cuenta oficial escribió: “Sentimos que aún tengas que darte cuenta que cada persona gay es muy necesaria”. Esa es una empresa que tiene mi dinero garantizado. Espero con ansias tío Netflix la segunda temporada de Hollywood (no deberías, pero sí).
