Dice una canción popular que “yo no olvido al año viejo porque me dejó cosas muy buenas” y en efecto sólo tengo gratitud y honra a Dios por todas las bendiciones recibidas en el 2024 que fueron muchas, incluyendo las que venían en empaque de posibles dificultades.
Aún así, ese capítulo anual que terminó hace una semana, es algo pasado que permanecerá en la memoria del alma como uno de los años de mayor crecimiento en todos los aspectos de mi vida y los de mi familia.
Y aunque pasó el calendario como se concibe en la denominación gregoriana, la vuelta de las hojas y la entrada de un nuevo mes y año, aunque numéricamente exacto en cuanto a nuestras fechas contemporáneas, además del simbolismo que representa, no es sino el paso de una etapa a otra en la que, si uno desea mantenerse en la gracia y en el favor del Señor, tendrá que sostener la misma actitud, valentía y esfuerzo que nos ha dado resultados.
Más aún, ver el presente como el único regalo que tenemos y visualizar el futuro con fe y esperanza, dejando atrás el pasado.
“De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas”, dice la Biblia en 2 Corintios 5:17
Esto quiere decir, en mi lectura, que hay que dejar el pasado en paz, con lo bueno y lo no tan bueno, con sus aprendizajes y lecciones, así como con sus bendiciones.
Por ello bendigo todo lo vivido en el 2024, mucho de lo cual aún sigue rindiendo fruto abundante, para dar la bienvenida a todo lo mejor que sé que llegará en este 2025.
Terminó el maratón “Lupe-Reyes”, se acabaron las vacaciones escolares y en muchas áreas que descansaron, así que, a darle vuelta a la página, a sacudirse todo lo que ya no pertenece a la actualidad, a ponerse de pie y a levantarnos con todo el empeño para seguir dando pasos hacia adelante.
¡Mis mejores deseos para el 2025, apenas terminado el “Lupe-Reyes”!
