Al enterarme de que la Secretaria de Deporte y Juventud de Puebla, Gabriela La Bonita Sánchez, pidió licencia temporal para separarse del cargo y prepararse durante 40 días para una pelea de campeonato mundial, evidentemente me causó asombro saber que la también pugilista no ha colgado los guantes.
La funcionaria estatal informó ayer que se enfocará en el entrenamiento que requiere pelear por un título mundial ante la argentina Tamara La Rebelde Demarco, destacando que las funciones de la secretaría continuarán con los servidores públicos que la conforman.
Si bien para muchos este es un gesto de honestidad y de predicar con el ejemplo, como ella misma señaló, para otros resultará extraña la decisión sobre todo porque otros deportistas que han tomado las riendas del deporte en algún municipio, estado o incluso a nivel nacional, lo han hecho ya cuando se habían retirado de su carrera deportiva, además de que muchas veces se ha cuestionado que el ser un o una atleta de alto rendimiento no es garantía de ser buen administrador de políticas públicas, sobre todo por los cuestionamientos que tuvo recientemente Ana Gabriela Guevara al frente de la CONADE.
Indudablemente esta decisión generará muchos comentarios y reflexiones que las dejaremos a quienes escriben de deporte público.
En mi caso, más allá de las connotaciones que este anuncio traiga en la secretaría, destaco las condiciones de una joven mujer de 30 años que además es, madre, servidora pública de primer nivel y que tiene aún el ánimo de ponerse los guantes, subirse al ring, agarrase a trompadas e ir por un campeonato mundial.
Me hizo recordar hace unos 18 años cuando también siendo servidor público de primer nivel en un gobierno estatal, combinaba mi profesión con mi pasión personal que siempre ha sido el físicoculturismo, del cual también me hice empresario, promotor y dueño de un fitness club.
A los 40 años, 10 más que “La Bonita” Sánchez, se me ocurrió alistarme para competir y prepararme para mis años de veterano, lo cual resultó un verdadero sacrificio de entrenar en las madrugadas y tener que combinarlo con mis actividades de gabinete.
Recuerdo incluso que alguna vez que algún periódico publicó fotos de mi participación, no faltó quien me dijera que era chistoso (usó otro adjetivo) ver a un funcionario en tanga, pero finalmente con mucho esfuerzo pude alternar mis actividades.
¡Mucho éxito campeona, estaremos pendientes!
